Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
100 MIGUEL MATICORENA ESTRADA sin efecto, su profunda política en la educación de Tiberio; Clau– dia, con las más ajustadas lecciones de los incomparables Séne– ca y Bruto, no pudo impedir que el discípulo y su sucesor Nerón fuese al fin el mayor monstruo de la iniquidad. [13] Y omitiendo otros innumerables ¿adelantaron por ven– tura más aquellos bellos genios de la ilustrada Grecia, quiero de– cir los Pericles, los Aristóteles y los Phociones, cuando lejos de re– conocer en sus discípulos Parelo, Lisímaco y Phocas los cuidados y esmeros de la naturaleza que los destinaba a la gloria de la ele– vación, sintieron sólo la impotencia de sus esfuerzos para reformar los defectos de su formación? Y después de esto ¿podrá ninguno formarse idea de que la naturaleza apura los conatos de su estu– dio en la producción de aquéllos que destina a sus más altos pues– tos y dignidades? [14] A la verdad, aun cuado estaba la naturaleza más vigo– rosa y que debía imprimir mejor en sus hijos la especie de tan li– sonjera máxima, no parece sino que aspiraba a todo lo contrario. Caín y Cham son unos funestos ejemplos de esta congruencia; y la mayor parte de los reyes del pueblo escogido de Dios la con– firman y autorizan. Por eso, el grande entre los reyes de Portu– gal, don Juan el Segundo, poniendo al heredero de sus estados en manos de sus maestros, les dijo: Ego succesorem regno dedi; vos principem f ormabitis. N am principes sicut caeteri homines a pa– rentibus genus, sed a praeceptoribus morem trahunt. (2) [ 15] La sátira, proseguía nuestro crítico, es manifiesta, a ca– ra descubierta, en los mismos hechos que se relevan como argu– mentos y pruebas del heroísmo que le bosquejó la naturaleza con el pincel de sus halagos y cuidados. El primer teatro que traza a su gloria militar, en la Africa en los presidios de Ceuta y Orán don– de, capitán de una compañía de dragones, sólo recogió el fruto de la paz que les abandonó la inercia de los mahometanos, poco cui– dadosos de quitar, por entonces, aquel padrón de su infamia. (16] El segundo es la América, y cuando, a la verdad, orgu– lloso el poder británico, hizo el último esfuerzo de su potencia (2) "Yo dí el sucesor al reino; vosotros formaréis al príncipe. Pues los príncipes, como los demás hombres, reciben de los padres el linaje, pero de los preceptores de la fisonomía moral".
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx