Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 103 donde se tiran las lineas hacia la miseria y desesperación del súb– dito. para exigir de ella los generosos esfuerzos de su obediencia, los tristes dones de su pobreza y los últimos socorros de su celo. [22] Tal es la pintura con que se retrata el genio más ama– ble, aquél cuya humanidad hace las delicias de la sociedad, y que sólo trabaja en el acrecentamiento del Real Erario, por hacer más fecunda, con el vasallo, la generosidad de su monarca. Y verda– deramente, que si sólo un espíritu, el más osado, pudo animar tart odiosos rasgos, es necesario un corazón, el más insensible, para no gemir a la vista de tan monstruoso retrato. Todo español, pe– netrado del amor de su soberano, debe resentirse por extremo, cuando considere que los bastardos colores con que se representa su más fiel ministro, resaltan y trascienden a su misma Real per– sona, según aquella máxima del Espíritu Santo: Secundum judi– cem populi, sic et ministri ejus (4). El americano debe temblar, viendo que su hemisferio ha sido capaz de abortar un Briareo (5) que levanta su erguida frente contra el Olimpo y solio de su siem– pre respetado Júpiter. ¿Y qué no deberá hacer el hijo y natural de esta Provincia del Río de la Plata, objeto perenne de los cari– ños de su soberano, y hoy más que nunca teatro glorioso donde se reconcentran las más benéficas miras de su amorosa providen– cia? Como digo, ¿habrá alguno tan insensible a los estímulos del amor patriótico que, al ver despreciados los generosos esfuerzos con que el digno ministro de tan gran monarca ha propendido a su felicidad, no se conmueva y arme contra quien tan atrevido 10 insulta y quiere hacerlo pasar por un declarado enemigo del cuer– po americano? [23] Y, a lo menos, debo confesar que desde el instante en que reconocí estampados, tan fuera de propósito, aquellos injurio– sos rasgos, sentí tan exaltada mi poca bilis, que no fué capaz de templarla toda la abundancia de mi flema. Desde luego mi cora– zón, profundamente penetrado del más justo reconocimiento a tan común benefactor, se resintió de ver que un particular e injusto resentimiento se atreviese impunemente contra su más respetable (4) "Según el juez del pueblo, así son sus ministros". Eclesiastici, cap. X, v. 2?. (5) Briareo, uno de los tres Gigantes, hermano de Coto y Giges, fue aliado de los Titanes en su lucha contra los dioses olímpicos. Era la perso– nificación de las olas encrespadas a las que la tempestad eleva hasta el cielo.
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