Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 115 piar de un hijo suyo que desde el más elevado puesto de la dig– nidad de virrey, desmiente hoy tan incontestablemente aquella in– juriosa pintura? [48] En efecto, este supremo empleo que pone a nuestro jefe a la par de su mismo soberano en el más vasto de sus dominios, ha eievado tan poco su corazón que jamás ha brillado más en sti espíritu aquella humildad sin bajeza que hace el carácter de Ía grande alma. Abominando la pompa y vanidad con que los de– más virreyes de una y otra América han infundido el temor en sus pueblos, se le ha visto constantemel.lte en el mismo modera– do tren que antes de su elevación, solícito sólo de radicarse en e1 amor de su pueblo por medio de aqueila humanidad y afabi– lidad que da el más libre acceso a todo miserabie y desvalido. Su justicia, administrada siempre sin aceptación de personas, y su des– interés hasta un puntd a que jamás liegó la delicadeza del más escrupuloso honor, han cerrado los vínculos de la afición de todos. [49] Y ¿qué diré de aquellos mayores yerros a que se consi– dera expuesto todo americano colocado en los grandes empleos? Nunca se vió jefe alguno constituído en tan críticas circunstan:.. cias y en que, por la fatal situación de las cosas, se hiciesen tan temibles las más funestas consecuencias. Al mismo tiempo que 1a nación británica amenazaba este Río de la Plata con una de sus formidables escuadras, prende el fuego de la sublevación del Perú en las principales provincias de este virreinato. El espíritu más despejado se hubiera hallado embarazado entre objetos tan @jecutivos y separados por el espacio de más de setecientas le– guas. Pero el corazón de nuestro jefe, animado de su celo por el servicio de nuestro soberano, ocurre felizmente a todo, y hace brillar los mayores aciertos donde, más que nunca, se debían te– mer los yerros . [50] Sin balancear un momento, se transporta personalmen– te a Montevideo, y por medio de los reparos y fortificaciones que levanta, pone a cubierto de todo insulto aquel débil puerto, y comprueba el anticipado juicio con que los mismos extranjeros, en sus papeles públicos, hicieron a su mérito la debida justicia. (*) Desde allí, sin perder de vista las distantes provincias del Perú, apronta y despacha tropas que, puestas al mando del teniente-co- ( *) Gaceta de Holanda, en 26 de abril de 1781 ,

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