Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 129 dad y desahogo del vasallo es el específico precioso, el óleo favo– rable que allana, asegura y facilita el áspero mecanismo del im– perio. Que nuestro soberano no tiene que temer abuse aquel vi– rrey de su sagrado nombre para esparcir la consternación y los gemidos, y que no se verá esa extraordinaria repetición de órde– nes y decretos, que vacilantes entre las desigualdades y precipi– cios de su escabrosa basa, sólo sirven de fomentar el descontento. Y prosigue en la página siguiente: No se registrará V. E. en un orgullo gabinete calculando fríamente la miseria y deseperación del súbdito, para exigir de ella los generosos esfuerzos de su obe– diencia, los tristes dones de su pobreza y los últimos socorros de su celo. En la nota del margen releva esta odiosa pintura que ha– ce del gabinete y tarea del ministerio, con las palabras que adap– ta de la representación que hizo a Luis XV el Parlamento de To– losa, y son las siguientes: Señor, si vuestra vista se extendiera a estas moradas infelices, de donde día y noche se dirigen al trono tantos clamores de dolor y ternura: si contemplarais estas tierras, naturalmente fecundas, desiertas de labradores, trabajadas con lan·guidez, sembradas en lágrimas y cosechadas en la aflicción, es– te espectáculo os enterneciera y os haría perdonar a pueblos tan generosos los esfuerzos de su celo, los dones de su pobreza. [79] En la página 70 descubre mejor el objeto de su invec– tiva: El negociante, dice, corre gozoso al puerto, se aparta de los suyos, desplega las velas, expone al inconstante océano su salud, su vida y su fortuna, porque lo alienta el alegre recuerdo que, to– cando a la playa, no se unirá a la pasada zazabra la insidiosa mo– lestia de las continuas declaraciones y juramentos, que sólo le descubren la desconfianza que deja su honor y su palabra. Y pro– sigue: Este soplo vivificante del comercio que agita a la industria ... , no desmayará estancado por los fingidos estorbos y embara– zos de un empleado infiel que, culpable prevaricador de su des– tino, detiene e impide por capricho o sórdido interés la concurren– cia del efecto y mercancía. --[80f- No es, pues, dudable que la quimera e ilusión de este nuestro tiempo, según el orador, son los establecimientos del co– mercio, aduana y estanco de algunos efectos que, contra el voto de todos se representan como útiles a la sociedad por aquel corto número de personas que entienden en su administración, o por aquella sola que, en su concepto, piensa y ve mejor que todos los ciudadanos juntos; y que esta figurada pública utilidad es el en– gañoso pretexto con que se cubre la tiranía que se ejercita en la
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