Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
142 MIGUEL MATICORENA ESTRADA para los pueblos y aprobados por el Sr. Marqués de Villagarcía y sus antecesores. De suerte que, en estos nuestros últimos tiem– pos, se han impuesto nuevas pensiones en aquel Virreinato de Li– ma por la Corte, ordenadas por el Sr. Guirior, sobre los aguar– dientes y el aumento de un 2 por ciento en el Real derecho de al- · cabala, arbitrado por el señor visitador para subvenir a los gas– tos de la presente guerra. [ 107] Es verdad que en este Virreinato de Buenos Aires y por lo respectivo a las dos provincias del Río de la Plata y Para– guay, se han plantificado la Aduana y el Estanco de tabaco y nai– pes, aquélla en los puertos de Buenos Aires y Montevideo, y éste en todos sus restantes ciudades y villas; pero como q1:1iera que ninguna de estas partes ha levantado el menor grito por semejan– tes establecimientos, ni autorizado al orador de Lima para que de– clame contra ellos, y mucho menos contra el ministro que dirigió las órdenes del soberano, es preciso concluir que el objeto de sus declamaciones no son dichos establecimientos, y que no nace de ellos el estímulo que agitó su espíritu y animó aquellos sangrien– tos rasgos contra el actual ministro o ministerio. [ 108] Pero en efecto, bien examinada la cosa, esto es los es– tablecimientos, nadie es capaz de percibir en ellos la menor causa para que así se exasperase la bilis del orador y prorrumpiese en expresiones tan mordaces y expresivas o, por mejor decir, ofensi– vas. La aduana no es otra cosa que una oficina particularmente destinada a la recaudación del Real derecho de almojarifazgo, que ninguno se atreverá a condenar en el día en que, fuera de estar aligerada de las gravosas pensiones que tenía, se halla sobrema– nera relevada con el libre y expedito comercio de los efectos que lo adeudan. Los ministros que la componen, tienen la especial re– comendación que les hace la Real orden de 20 de febrero de 1779 (29) no sólo para que no causen demora, ni vejaciones al comer– cio, diametralmente opuestas a la protección, y fomento que le concede (el soberano), y que es uno de los principales objetos de sus desvelos, sino también para que se elijan los medios más sua– ves, y seguros de practicar estas operaciones, de suerte que la equi– dad, dulzura, y arte de los encargados de los Reales intereses acre- (29) Véase: Documentos pa.ra ia Historia Argentina.- Facultad de Filo– sofía y Letr as, Instituto de Investigaciones Históricas, t. VI, p. 143, Buenos Aires, 1915 .
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