Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
144 MIGUEL MATICORENA ESTRADA tos, en el ejercicio de sus respectivos ministerios, causen molestia o vejación alguna a los que siguen semejante carrera. [ 111] Lo segundo, que la ponderada tiranía y la extorsión de de los ministros de dicha oficina, casi siempre y por lo común, no tienen otro cuerpo que las vanas quejas de aquellos que ven cohi– bidos, por medio del celo y vigilancia de los dichos empleados, los fraudes y artificios que quieran hacer valer, para venir al fin a defraudar los derechos. Y lo tercero que, aunque en uno y otro caso se experimente alguna vejación, ésta nunca puede perjudi– car ni desacreditar el establecimiento que la condena, y se debe sólo mirar como un abuso propio de la malicia del ejecutor, con– trario a la intención de su autor, de que no están libres los más sagrados establecimientos, en los cuales se ve, no pocas veces, que abusando el ministerio de su autoridad, convierte en veneno la tria– ca, y en ruina espiritual de las almas el remedio más conducente a su salud. [ 112] Tampoco de parte del Estanco de tabaco se apercibe cosa alguna que sea capaz de conmover la cólera de nadie contra el ministro que lo extendió desde las otras provincias del reino en que se hallaba ya establecido, a éstas del Río de la Plata y Paraguay. Porque, por una parte, la autoridad del soberano para apropiarse principalmente el comercio de aquellas especies y fru– tos que no son necesarios para la vida, es incontestable, y no lo es menos la utilidad que resulta a la Provincia del Paraguay, lo– grando sus frutos la estimación que nunca han tenido, y por su medio, el uso de la moneda, tan ventajosa a la sociedad y su mu– tuo comercio y subsistencia. Por otra parte, es evidente que, res– pecto de los que usan de semejante especie, no sólo no se trasluce perjuicio alguno en la necesidad de comprarlo de la Administra– ción y sus oficinas, sino que el beneficio que se le proporciona es demasiado visible para que se quiera hacer odioso el estableci– miento de dicho estanco. [113] Pues lo primero, habiéndose fijado un precio modera– do y el mismo que, por lo regular, tenían antes dichas especies, logran ahora los compradores la ventaja de no tener que lidiar más con la codicia de los mercaderes particulares, que por el ca– pricho o extravagancia, aumentaban su estimación; y loseguñClo que en el día se está experimentando y que, por lo mismo, reco– mienda sobremanera aquel establecimiento, es el sacrificio de que, por su causa, se han libertado los pueblos en el presente conflicto
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