Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 157 y se expíe el crimen, poniendo a cubierto la inocencia, que es todo el plan de la administración de la justicia? [142] Lo cierto es que el soberano no tiene otros intereses en tan cuantioso desembolsa, porque el bien todo es de sus vasa– llos, los cuales, fuera de la utilidad de asegurarse en la posesión de sus bienes, uso de sus derechos y pureza de sus arregladas ac– ciones, a cuyo fin se establecen los tribunales y magistraturas, sienten y experimentan también la ventaja de que en sus mismos pueblos se refunden, al fin, los sueldos de los ministros y emplea– dos; pues, suponiendo que éstos necesitan de todo su importe para mantenerse y subsistir con la decencia correspondiente a la carrera de su empleo, no son en la realidad sino unos conductos por donde aquellos intereses pasan a manos de los mercaderes, labradores, ar– tesanos, oficiales y demás gremios y miembros de la sociedad. De suerte que cuantos más fueren los empleados en el servicio del soberano y mayores los salarios que reporten, tanto es más segu– ro el fondo del comercio y de la industria, sobre que se sostiene la abundancia y felicidad de los pueblos. [143] Esta sólida reflexión debían hacer todos aquellos que notan y censuran en el ministro la multitud de empleados y oficia– les que componen los tribunales y diferentes cuerpos que se han acrecentado. ¡Nada de más útil y ventajoso para los pueblos en que residen y en que deben expender todo el importe de sus sala– rios para subsistir decentemente! La experiencia misma, después de mostrarnos que los pueblos son más ricos y abundantes cuanto son más los cuerpos asalariados que mantienen, reconoce, según la in– tención del soberano, que ninguno de los que le sirven con la pu– reza correspondiente a su carácter, se enriquece ni atesora con los sueldos que percibe por su trabajo y exhibe por su comodidad, y de que sólo el cohecho y la ilícita negociación a que se abandonan los menos celosos de su honor, son los medios de enriquecerse de todos aquéllos que salen de estos dominios cargados del oro y plata de sus minas. Por tanto es preciso concluir que si no sólo participan de la liberalidad del monarca los que prefieren para su servicio, sino la comunidad misma de los pueblos en que se fijan, es demasiado visible el beneficio que proporciona al estado la mul– titud de empleos asalariados para que, por su causa, se acrimine al autor y ministro de este exceso. [144] Por lo que hace al segundo artículo, respectivo a la creación e introducción de la Intendencia en esta América, aun es

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