Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 163 lagro de la Providencia, pudieron aquellos pueblos haber sobre– llevado tan insoportable yugo, sin levantar el cuello contra sus tiranos opresores . [155] A la verdad, los indios, cuyo origen es el mismo que el de los otros hombres y que son, como los demás, verdaderos indi– viduos de la especie humana, tienen una alma racional y espiritual capaz de conocer el bien y el mal al mismo tiempo, y de ejercitar su libre albedrío en su bueno o mala elección. Vergüenza es de toda la nación el haber algún día dudando de la racionalidad, y que fuese necesaria la declaración de la Silla Apostólica para recono– cerla y confesarla. El célebre Mr. Raynal (37) hablando de Manco Cápac, fundador del Perú, no dudó compararlo con los mejores legisladores y más célebres de la antigüedad, por los reglamentos tan excelentes que hizo para la disciplina de sus pueblos. Este go– bierno, continuado en sus sucesos por espacio de más de 400 años, brillaba con mayor gloria al tiempo que entraron los españoles en aquel reino, y yo no sé cómo, a vista de tan brillante luz, no se disipó la niebla de su grosera duda. [156] Como quiera que sea, unos individuos tan racionales por sí mismos, no pudieron dejar de perfeccionar su espíritu con el trato de los españoles. Nadie ignora cuán activo es el mutuo comercio de las almas para excitar la semilla de la racionalidad y que, por reconcentradas que se hallen éstas en los senos del error y la ignorancia, se agitan y conmueven al golpe de los desengaños que reciben, y en los establecimientos que se les comunican. ¿Y qué sería, después que rayó sobre el horizonte de sus almas la ley evangélica y se disiparon las sombras que ofuscaban sus ideas ingénitas, esto es aquellas que, por ser obra propia de su sobera– no Autor, debían subsistir indelebes, aunque apagadas por sus cul– pas, que ellos recobraron por su gracia, el esplendor de su creación? ¿Sería posible que, conservando la barbarie y rudeza con que se les caracteriza, quedasen insensibles aún a los sentimientos del amor propio, e incapaces de que hiciesen en ellos impresión algu– na los golpes de la tiranía que tanto los oprimía? No, por cierto; eso sería considerarlos como otros tantos autómatas que se movían 37 Guillaume Thomas Raynal, ob . cit., t. 111, cap. XVII, p. 120 y ss. Dice de Manco-Cápac que ningún legislador podría, quizás, ser comparado con él, si Confucio no le llevase la ventaja de no haber empleado la superstición para hacer aceptar y observar la moral y las leyes. Nota marginal de Maciel: Tomo 1 ~, capítulo V, sección P.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx