Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

166 MIGUEL MATICORENA ESTRADA lla máquina. De suerte que, si el movimiento, esto es la suble– vación de los indios hubiera sido dimanado de las Aduanas y Es– tanco, y no de los repartimientos de sus corregidores, ni tendría por principio su propio sentimiento, ni por consiguiente evita– rían la justa nota de que sólo eran autómatas y máquinas que se movían por el exterior impulso que recibían de quien los ma– nejaba como quería, y por tanto, para no incidir en semejante error debemos concluir que aquella sublevación fue un efecto propio de la tiranía de los repartimientos, cuyas verdaderas causas, va– namente, han querido cubrir con la capa de las Aduanas y Estan– co aquéllos, sin duda, que tanto se interesan en su subsistencia. [ 163] Ni se piense, por esto, que yo coloco la tal causa de aquella sedición sólo en los repartimientos que se hacen de los indios. No, por cierto, desde luego confieso que hay también otra que por lo mismo que debe influír en su miseria y iU po– breza, se debe agregar a la expresada de los repartimientos. Y yo protesto que sólo el amor de la verdad y deseo de evitar la nota de parcialidad, me impele a producir una aquí de tanto bul– to, que su silencio me haría reo del expresado vicio. í164] Tal es la que se toma de las contribuciones que pa– gan los indios a sus curas por su ministerio parroquial. Vulgar– mente se dice que "Cura, Curaca y Corregidor, todo es peor", y si examinamos el fundamento de este común apotegma, hallare– mos que es un problema de difícil solución, si los indios, en sus temporales intereses, reciben más daños de sus curas que de sus corregidores, y que nada tendría de arrojada la determinación con– tra los primeros, cuya feligresía se compone en su mayor parte de indios. [165] Para formar una mediana idea de esta materia, con– viene tener presente que los corregimientos del Perú, incluyendo los de uno y otro virreinato, son poco más o menos 80, por ser otras tantas las provincias gobernadas por corregidores. En es– ta totalidad se computan más de mil curas, por cuanto son muy pocas las provincias que bajan de 10 curatos y son bastantes las que llegan a 30 y algunas a 40. Lo menos que a cada cura, ha– ciendo el cómputo de unos con otros, se le debe calcular son de tres a cuatro mil pesos, y que no son muy pocos los que alcanzan has– ta diez, doce y aún catorce mil. De manera que, aun reduciendo el percibo anual de los curas del Perú a solos tres mil pesos que

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