Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 187 que no creo que en el tribunal de la verdad y justicia manchen mi inocente palabra, o conducta en cuanto he expuesto. Lo que he informado al rey de ningún modo ofende al fiel americano, ni intenta formar el divorcio del vasallo y el monarca, o dividir al padre de los hijos: lo contrario desean mis afectos que es unir al vasallo con su rey, hacérsele conocer y amar de un modo práctico y no del modo con que se le conoce; y ésta no es infame delación que calumnia a los pueblos, sino una venerable solicitud de subirlos a la mayor y más heroica felicidad; el ha– blar así a un soberano tan justo como el nuestro nada intenta menos que lo que éste hinchado orador teme: los alborotos del día se han hecho en el reino: la causa ha nacido o se ha formado en él; y la rebelión no fuera tanta, o de la entidad que es si Lima, que por su desenfrenado modo de hablar y repugnar lo justo es la repartidora de todos los males que padece la tierra, hubiera estado y estuviese mejor conducida, más callada y pensando con más rectitud y respeto. La libertad en todos los géneros la tiene hecha la fuente de este tropel de desgracias; y el orador no tomó buen partido defendiendo al americano y a sus pueblos a quienes, el que llama infame delator, quiere ver en su mayor y más útil grandeza. Dentro de poco, si es justa esta declamación, deben los maestros de la palabra divina ver cómo hablan. En fin yo despreciaría las osadas insinuaciones de este mal gobernado espíritu, si el público que le oye y el que le va a leer estuviesen en menos riesgo de ser sorprendidos. Unas cláusulas que inspirasen de otro modo el amor y el crédito, eran más del día, pero se cambian las ideas: No se intenta lo racional que conviene sino la conservación de unas libertades que tengan al Perú sobre su palabra y sobre su anticuado desorden; esto es sin quien le contenga en los límites que debe guardar, obedeciendo gustosamente unas providencias que miran a su bien y a su de– fensa y a su salvación. No quiero detenerme más en la censura de estos atrevidos pasajes; ellos van a la de vuestra excelencia con otros muchos de que abunda escandalosamente este papel; y paso a los en que habla sacrílegamente contra los administradores de donde se ha– lla bien al vivo el retrato del de esta aduana. Abra vuestra excelencia este impreso por el folio 70 al 72 y registrará en las primeras líneas del último, llamado cuasi por su nombre a don Joaquín José de Arrese. Este ministro que qui– siera que conociese vuestra excelencia en persona y de trato para admirar su celo, su rectitud, su honor, su desinterés, su paciencia

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