Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 189 el alegre recuerdo que, tocando a la playa, no se unirá a la pa– sada zozobra, la insidiosa molestia de las continuas declaracio– nes y juramentos que sólo descubren la desconfianza que deja su honor y su palabra". Si las del orador vienen a proponernos que este virrey quita– rá las declaraciones juradas que se exigen en los asuntos de co– mercio, no sé por dónde le puede atribuir esta facultad separada ya de las suyas la Superintedencia de la real Hacienda como lo acaba de resolver el rey; y añado más que ni el orador supo lo que se dijo: El juramento se pide en raros accidentes y yo los he hecho aún más singulares, por lo que deseara que se le man– dase señalarlos contra qué tira para sacarle del horror (sic) y jui– cio que tiene de ellos él y todos los suyos . O hay o no necesidad de estas declaraciones juradas; el ha– berla o no haberla pende del juicio del legislador que impone esta circunstancia y en todo evento el que jura en esta forma hace, si dice verdad, un acto de religión meritorio y en esto poca moles– tia puede recibir el negociante. Pondré un caso que lo explique todo o de los que se pide aquí este juramento. Introduce un comerciante una . porción de cascarilla, añil o cacao para embarcar con destino a Cádiz, u a otro puerto, en la primera ocasión que le sea posible, no se le cobra alcabala por esta calidad, lo lleva a guardar en sus alma– cenes porque no los tiene la aduana capaces de tanto como abul– tan los artículos de estos géneros, y llega el tiempo de sacarlos para la parte señalada, o para otra porque la varía según le con– viene; y en este caso se le pide que declare si van de su cuenta, o vendidos a otro, esto es, si han mudado de dominio para que no se defraude la alcabala, porque hay mil sucesos constantes con igual número de ventas clandestinas, cuyo derecho se ha usur– pado. Pregunto yo ahora esta declaración jurada, que es uno de los casos en que se pide ¿"es insidiosa molestia que detiene, e impide por capricho, o sórdido interés la abundancia del efecto y mer- , ?" canc1a.. Creo que nadie dirá tal cosa sino quien esté remoto de los objetos que se tienen en disponer esta justa y acostumbrada cau– tela, útil al comercio, al Estado y al cumplimiento de las leyes. Todos los casos de este género prueban lo mismo y sobra a vuestra excelencia la comprensión para dar una vista rápida so– bre ellos y sobre la necesidad y fines con que se sostienen aque– llas declaraciones como precisas; presumiendo que el hombre te-
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