Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
200 MIGUEL MATICORENA ESTRADA cio de S. Bernardo (8) más la deshonran, que la ensalzan; se omiten las exageradas expresiones, que escandalizando a los ene– migos de la iglesia, dando lugar a sus agrias invectivas y hacien– do gemir a la razón y la piedad, se hallan reprobadas por sus más rendidos y esclarecidos hijos (9); se olvidan los abultados pues lo impugna san Epifanio adversus Collyridianos, Pág. 1062, y renova– do en el siglo pasado por el P. Imperiali, superior de los jesuitas de Ná· poles. El obtuvo del Papa un Breve en 1677, para erigir una congregacíón en honor de santa Ana, el que hizo imprimir con este Título: Beata Anna Virgo, el Mater Matris Domini; defendiendo que era vírgen por ser María concebida sin pecado. Otro jesuita publicó un libro entero apoyando este pensamiento; y el P. prefecto de la congregación adelantó la impiedad predicando que el día de santa Ana se recibía en la Eucaristía la carne de esa santa. Los tres fueron condenados por la inquisición. Juan Ve– netre, provincial de los carmelitas de París en su Historia de las tres Ma– rías, Pág. 56 dice: que santa Ana y san Joaquín luego que se cercioraron de su fecundidad,, pasaron a el templo a dar gracias a Dios oyendo la mi– sa y añade que la Virgen fue puesta en un convento en que se educaban doncellas, recomendándola con esmero el obispo a la superiora. San Gre– gorio de Nissea, Orat. in Natali Domini apud Baron. Apparat. núm. 44, re– fiere, que santa Ana entró a el Sancta Sanctorum a orar a Dios para que la libertase de la esterilidad. Para despreciar esa tradición basta saber que sólo el gran sacerdote podía entrar a ese lugar sagrado. (8) Non est hoc Virginem honorare, sed honori detrahere. Ep. 174. (9) El padre Alexandro de san Antonio, mercedario descalzo, en sm Sermones varios de María Santísima publicados en 1735. en el sermón 5, de la Natividad, tom. 1. Pág. 148. dice: ¿No bastaba Cristo solo para nues– tro abogado? Cierto es que sí, en cuanto a su abogacía que es de infinita suficiencia; pero sin el lado de María no hay bastante para la eficacia. Este extravagante, o impío pensamiento es de Ricardo a Sto. Laurentio, a quien cita lib. 2 de Laudibus Virginis: non suficit unus aduocatus; fa– ciamus adiutorium, nempe B. Virginem, quae alleget pro genere humano. Para extraordinarias cuestiones sobre la Vírgen es curiosa la obra en folio, intitulada: Summa Deiparae; en ella se tratan cerca de tres mil dudas so– bre la Señora, siguiendo el mismo método que santo Tomás en su Sum– ma Teológica; y como el santo principia su obra preguntando si hay Dios, el escritor examina en la primera cuestión, si hay Virgen. V. Menagiana tom. 2 . Pág . 281. edit . de Holanda, de 1713. El autor de las advertencias saludables de la Vírgen María a sus devotos indiscretos, impresas en Lila en 1674. libro, según la aprobación de M. Choiseul, obispo de Tornay, que contiene Ja doctrina más conforme a el espíritu de la Iglesia, y capaz de instruir a los simples, modera y reprueba esos descarriados delirios. El docto Betavio, en sus Dogmas Teológicos tom. 5 de Jncarnatione lib. 14. cap. 8. llama con san Agustín a esos excesos idolatría secreta y oculta. El sabio cardenal Belarmino fue uno de los más celosos adversarios de iguales expresiones. Véanse la correcciones hechas por él, con orden de
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