Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

208 MIGUEL MATICORENA ESTRADA les, contra las precauciones para que no se defrauden, contra mí y mi comisión, contra los Administradores de rentas, contra el se– ñor Ministro de Indias, y aun contra el rey con algún embozo. El autor es una persona enteramente perdida de costumbres. De Madrid .lo echaron por jugador y aquí vino a hacer el papel de uno de los principales amigos del señor Guirior con quien ju– gaba todas las noches, a quien nombró de Protector interino de indios, y a quien le señaló una cátedra de la Universidad, después de estar aquí su sucesor, poniéndole al decreto fecha anterior. (Cap. 89). - Esta oración se dijo a un señor virrey en oca– sión de haberse separado la Superintendencia de hacienda de la inspección de los virreyes. Por tanto, era la cosa más inconexa y más disparatada celebrada por las providencias que había de dar en puntos de hacienda. En nada se tropieza por tener ocasión de retratarme a mí o a otro (no obstante lo que se sienta en la nota cuarenta y cuatro) "en el orgulloso gabinete calculando con frialdad la miseria y de– sesperación del súbdito". Al Administrador de aduana don Joa– quín de Arrese "es un empleado infiel prevaricador de su des– tino"; porque había sido comerciante y apoderado del Consulado en el ajuste de cabezones. Al señor Ministro en el que malquista a los pueblos con su rey: en el Ministro que debe ser quitado como los de la China, cuando no ha acertado a darle gusto al pueblo. Y en todas las notas con que esto se ilustra ¿pero de qué autores? De Maquiavelo que no necesita recomendación; de Lin– guet que está preso en la Bastilla por calumniador de los reyes y del gobierno, de Reynaldo (sic) acusado y condenado actualmente en el Parlamento de París por los mismos delitos que Maquiavelo y que Linguet; de las CartaJs Persianas, libro reputado por inspi– rador del ateísmo y malquistador de todas las soberanas potes– tades de Europa. Se hace una pintura patética del comerciante que, al salir de los horrores del oceáno, los reciben los juramentos de las oficinas de rentas. A los hacendados interesados en los cabezones; en el labrador que ve perdidos sus sudores en las manos de los minis– tros que cobran las contribuciones; y desacreditados todos éstos con los castigos que se le preparan. (Cap. 91). - Allí se aplaude la memoria del señor Guirior "cuyo nombre ha esculpido la América en los anales de la virtud", con una nota al pie de otro badulaque que dice que los ejemplares de virtud deben adoptarse con ardor y citarse con aliento ¿qué

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx