Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 209 s..ignifica.ción' tiene esto respecto de un virrey que acaba de dejar e.I m~ndo con, público desagrado del soberano? ¿De quién es esa f..~lt~ .d~ . temor con que se deben citar los ejemplos de virtud? Al cerrar ta oración recomienda el mérito de su héroe, diciendo que aqpellqs .elogios se los tri~uta el corazón del hombre, "que allí no penetra ese ilp.perioso yugo que oprimiendo con dureza sólo re– cibe el f:rjo incienso del disgusto y la lisonja. Este abatido artí– fice acos~umbradó a equivocar el sólido mérito con la engañosa aparienda no .labra ni fabrica en la casa de la sabiduría". Y, al pie, una nota: "Nemo Rex animis imperare potest" ¿qué quiere decir ~sto? (Cap. 92) .- No es mi ánimo manchar con la misma censura que al autor del libro, a los demás vecinos y ciudadanos de esta ciudad. ·Sé que no hay alguno que sea tan atrevido o, por mejor decir, tan delirante, pero, sí el hacer conocer que estos son los efectos de unos malos ejemplos; que esto es haber puesto en boga la maledicencia; haber enseñado el desenfreno, y libertad, ia. que ·cayendo eri un mozo sin juicio y de temperamento maligno, prod.uce 'estas ·monstruosidades. · · (Cap. 93). - No necesito ponderar los efectos que haría en un pueblo conmovido este maldito papel, ni las conversaciones a que daría ocasión _su contexto. Cada cual hacía las aplica– ciones a. su antojo. Las gentes de juido sufrían y callaban, y yo me vi 'en la nec_esidad de tomar el mismo partido cuando se dijo fa oraci~n porque el fuego del levantamiento estaba en su mayor fuerza; y cuando se . imprimió por no volverlo a renovar, pero di cuenta al rey, como debía. (Cap. 94). - Procuré en conversaciones particulares y públi– cas, y po~ medio de personas de juicio, y timoratas, sembrar en ~l público el poco fundamento o más bien la falsedad y calum– niá con que se intentaba malquistar al Ministerio de Indias, al ex– celentísimo señor Ministro, a mí y a mi comisión, haciéndoles ver qué aunque el rey había hecho el aumento del dos por ciento en la alcabala al mismo tiempo había extinguido el tres por ciento del derécho de' avería que se pagaba eri la plata que salía de Amé– rica, y el uno por ciento en el oro y bajado en el quinto de éste dos por de~to como también a la entrada en Cádiz cuatro por dento en la plata, y más de un tres por ciento en el oro fuera de un seis y un cuarto por ciento que resulta de beneficio del público en el aumento de un peso que dio el doblón; de suerte que unidas a éste las rebajas referidas asciende el todo a un dieci– nueve tres cuartos por ciento; que por el reglamento del libre

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