Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 227 toriamente nula y constando en los autos la verdad del hecho por certificación del escribano Francisco Luque que intimó el re– ferido supremo decreto es visto, que esta nulidad es de la clase de aquellas que no exigen mayor indagación para convencerse. ¿Pero qué se dirá a presencia de todas las demás que en igu~l forma aparecen incontinenti del proceso? fuera de los oficios de los doctores Alvarado, Laurnaga, vicario provisor don Francisco de la Concha y del señor don José Cabeza Enríquez salieron pú– blicamente en solicitud de los vocales los señores don Hermene– gildo Antonio de Querejazu y don Melchor Santiago Concha oido– res de esta real Audiencia y tíos del doctor don José Miguel, eje– cutando lo mismo sus hijos en los conventos y haciendo los re– gulares esfuerzos de que los doctores votasen con ciertas señales como aconteció respecto del doctor don Antonio Aparicio, y de los doctores Juan Felipe Tudela y don Luis Herrera a quien don Agustín Querejazu hizo las más eficaces reconvenciones, ejecutan– do lo propio el señor don Melchor para su misma persona con Jos doctores don José y don Nicolás López y también por medio de sus hijos, que poniendo por delante el interés del ilustrísimo señor arzobispo, estrecharon al doctor don Fermín Bermúdez, y se interpusieron con el reverendo padre Provincial de san Agus 4 tín y el misionero fray Sebastián de Larrea para que se rindiera a los doctores don Cayetano Belón, don José de Irigoyen y otros. Aun todavía fue más nociva la interferencia del señor don José Cabeza Enríquez para que impresionado el público de dis– frutar un poderoso patrocinio y de que se hacía complac·encia al señor visitador y superintendente general del reino con sufragar al doctor Villalta para la elección de rector fueron muchos los que se perturbaron con este errado concepto. La rectitud inflexi– ble y la inviolable imparcialidad del señor Visitador (magistrado en todo integérrimo y cabal) no se indemnizaron por el empeño de hacer rector a don José Miguel contra los sentimientos y dic– támenes de la mayor y más santa parte de la academia, y es no 4 torio que dicho señor sorprendido del agravio que le hacía a su respetable nombre llegó a deliberar hacer una pública demostra· ción de su absoluta indiferencia. Sin embargo ya el da-ño estaba inferido y tomadas las medi– das que descubren la esquela y apuntes de que hago presentación con el juramento y solemnidad necesaria; resolvió el señor don José Cabezas atraer a su partido a los doctores don Manuel Dá– vila y don Vicente Morales, pero desconfiando de que la compla-
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