Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 233 que la citada Constitución 8 tiene por objeto principal el precaver los fraudes y que los votos se truequen, y también lo que nunca más que en la actual ocurrencia por la declarada colusión del rector debía cautelarse. Fuera de que es falso que se prestase mi concendencia para habilitar esos viciados votos, mis expresiones fueron ceñidas y li· mitadas a lo que únicamente acaeció la tarde de la elección, pero de ningún modo a lo que se había hecho de antemano y venía en· cerrado en la arca. Esos defectos antecedentes que el llamado vice-rector estaba obligado a subsanar no fueron materias de mi discernimiento y la prueba concluyente de esta verdad consiste en que como consta del escrito que pedí se agregase a estos au· tos, solicité que los votos además de la subscripción del señor secretario también la de mi adjunto, so pena de la nulidad lo que así se mandó por el mismo rector don José Ignacio y no obstante fue inobservado. Sobre todo cuando hecho el escrutinio se dijo incontinenti de nulidad por mi adjunto el doctor don Gaspar Laredo según consta de la misma acta, es incontestable que el vice-rector de· bió sobrevencer y no dar posesión al doctor Villalta aun antes de pasar al excelentísimo señor virrey patrón de la escuela noticia que manda la Constitución 3~ del título P. Lo que hay es que la misma autoridad judicial estaba empeñada en sostener una elec· ción que a tantos consta fue fraguada y así era consiguiente que se sofocase mi justicia y que consiguiese el doctor Alvarado un triunfo tan anhelado, como de la mayor y más sana parte del claustro resistido. Ahora pues a presen~ia de tan visibles excesos deberán que- dar sin ningún escarmiento sus actores, hábiles para sufragar en la nueva elección y poner en obra otros arbitrios parecidos a los anteriores? La academia por los motivos que interesan al ex rec– tor don José Ignacio Alvarado habrá de tener a su frente un cle– yentulo suyo en quien se permitieren sus ideas y designios? No ha de llegar nunca el caso de que las cátedras vacantes en tan crecido número se provean con imparcialidad en los beneméritos que la escogida literatura se fomente por un rector promovedor de ella, y que se extirpen los abusos en los actos serios y fundo· nes literarias para que antes se tomaron providencias, y que se restituyeron por el doctor Alvarado como por un derecho de pos– Uminio, siendo el mayor daño que se ha hecho a la escuela? No son estos unos objetos dignos de la mayor atención, y de tenerse
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