Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 7 nios. Pero habiéndome enseñado la experiencia, todo el error que yo padecí juzgando de esta suerte, me veo precisado a decirle a vuestra excelencia la verdad para que no me resulte perjuicio es– piritual, ní reato de conciencia. No hay duda, que si don José Baquíjano no abusara tan in– felizmente de los sublimes talentos que le ha dado Dios y de la grande instrucción que tuvo, mediante los cristianos desvelos de mi hermano el obispo del Cuzco, se hubiera hecho digno de los mayores destinos; porque es un asombro lo que sabe no sólo de derecho civil, sino también de disciplina eclesiástica, historia, fi– losofía y demás literatura que es necesaria para adquirir el nom– bre de sabio. Pero como la verdadera ciencia, consiste en el te– mor de Dios, ha venido a parar en ser hoy un sujeto digno de compasión; porque empapado en las máximas que le ha sugeri– do ciertas gentes y lleno de los perversos errores que aflijen a la Iglesia en estos tiempos, sólo piensa en abandonarse a los pla– ceres y en vivir sin otra ley que la del libertinaje y corrupción. El señor cura de Palacio podrá informarle a vuestra excelen– cia lo que sobre este particular le he comunicado, y todo lo que me incomodaba el buscar medios con que separarlo de la corte; pero no habiendo surtido ~fecto todos los que he promovido, es preciso hacer el último esfuerzo para que sus protectores, no sor– prendan la justificación de vuestra excelencia, pues, como no ig– noro los pasos dados con vuestra excelencia para su acomodo, te– mo que fiado en la esperanza de conseguirlo, no quiera seguir– me; ní oír los consejos que le doy. En una palabra consta de pú– blico y notorio que desde Abril, hasta el presente lleva perdidos muy cerca de treinta mil pesos, sin que de estos haya sacado un cuartillo para mantenerse y con ésto, y con el vicio que tiene en su corazón sobre las costumbres religiosas, me parece que sobra para que vuestra excelencia se imponga en lo que pasa; pues con esta diligencia quedo yo libre de las resultas que me pudieran so– brevenir, por haber sido instrumento de ponerle en estado de que llegase a ocupar una toga, o empleo semejante. Si después de este informe, quisiera vuestra excelencia exten– der su justificación al bien de la su ilustre familia, sería muy con– veniente que vuestra excelencia lo mandase restituír a su casa, por– que seguramente la arruinará de modo que jamás logre restable– cerse. Don Matías de Landaburu en Cádiz y don Francisco de Obre– gón aquí, podrán testificar mi verdad pues como yo siempre pres– cindo en materia de intereses, estos sujetos han corrido con los de la casa.

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