Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 245 Excelentísimo señor: Muy señor mío: ya supongo que vuestra excelencia estará instruido del empeño con que el doctor don José Baquíjano as– piró en el año de 83, a obtener la condecoración y empleo de rector de esta Universidad y que para tener hueco que ocupar, se agitó tina parte del claustro, sin duda por este pretendiente para solicitar que cesase el canónigo Alvarado que le obtenía, sin em– bargo de estar sostenido por decretos de prórroga, que han acos– tumbrado aquí expedir los virreyes, y tenía en su favor Alvarado disfrutándolos y restándole todavía parte del tiempo concedido en la gracia. Pero finalmente la parte del claustro, que no res– petó estos decretos, para cortar su cumplimiento, obtuyo otros del mismo virrey don Agustín de Jáuregui, que mandó cesar a Alvarado, y proceder a nueva elección; y se logró poner el em– pleo en vacante, como deseaba aquel pretendiente, impaciente de obtener este grado en la escuela. Siguió luego, a estos sucesos la odiosa y perjudicial diligen– cia de los· aspirantes a este grado para conseguir los votos que acercándose, o excediendo de doscientos, dieron más campo a que se avivase el empeño de obtener el mayor número, que aunque Baquíjano esperó en su favor cuando principió los movimientos, y era él sólo pretendiente declarado, los halló muy divididos, y muchos a favor del doctor don José Miguel de Villalta, que es– tando ya vacante el rectorado, y decidido el procedimiento a nue– va elección, diligenció para obtenerla. Así estaba formado el teatro, y esta provisión de la Univer– sidad que nada le toca al público ·se hizo materia de la conversa– ción popular, teniendo al pueblo en expectación, y más curioso mientras se iba declarando más la división de los vocales, y la diligencia y empeño de los pretendientes para unirlos, hasta que por fin, llegó a hacerse la elección y la obtuvo don José Miguel Villalta, aunque por corto exceso de número de votos. Esta fue una pérdida con que no pudo avenirse Baquíjano, se– gún se ha reconocido, no sólo en la porfiada solicitud instituida en el gobierno para invalidar la elección, sino mucho más en el carácter de las razones o capítulos de nulidad, que se oponían y principalmente se hacían consistir en el medio imputado a Vi– llalta para conseguir votos, por intimidación de vocales, media~ ción de respetos superiores, que no temió Baquíjano designar nominadamente, insultando respetos y llevando el incendio de su

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