Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

246 MIGUEL MATICORENA ESTRADA corazón, hasta ponerlo en el de los primeros tribunales y digni– dades de este reino, y este nuevo pábulo que se daba al empeño volvía el negocio más perplejo; y el mismo gobierno, que no lo cortó en el principio, ya buscaba medios de terminarlo enviándolo al real Acuerdo, y aun a mí para este propósito; pero corrió el año y el tiempo decidió la permanencia de Villalta, aunque su elec– ción parece llegó a declararse nula. La imparcial conducta que seguí en las dos épocas del nego– cio, esto es antes y después de la elección, me excusan de dar a vuestra excelencia otro por menor de circustancias, y aun del todo me excusaría de tocar a vuestra excelencia este asunto, si las ob– servaciones que producen estas ocurrencias y los incidentes, y vo– ces que en ellas se han mezclado, no me excitasen el deseo de buscar remedios radicales para que se eviten otros empeños se– mejantes. No me mueven las calidades que se han querido notar como singulares en este negocio y los rumores, escándalos, y disensiones que tan ponderadas he visto en su progreso, porque· en la plurali– dad de tanto vocal, en las distintas relaciones de cada uno, y en la multitud de enlaces de familia y amistad de cada candidato, ni es extraño que el negocio se hiciese de conversación habitual, ni que se excitase la curiosidad, y expectación de un pueblo con ánimo indiferente, y sin partido cuando la sola exterioridad de ver poblar una plazuela de los coches y calesas de los concurren- . tes al voto basta para atraer y detener con entretenimiento el vul– go, que fácilmente se ocupa con exterioridades. Tampoco me mueven para los objetos de este oficio la recí– proca imputación de ambos pretendientes sobre los medios de ad– quirirse partido, pues sin necesidad de prueba, debe juzgar cual– quier prudente, pues ambos usaron de los que pudieron y que este negocio podría sentenciarse mandando que acusase el que estuviese sin pecado, pues aunque yo no lo creo en el uso de ar– bitrios y valimientos que hayan hecho los pretendientes, y el ge– nio y condición mansa de Villalta me persuaden mayor templanza, que el vivo más ardiente y satisfecho de su competidor, aporto mi consideración de este juicio entre privado que está ya decidido por el transcurso del tiempo, y hoy mucho más por la elección que en su oportunidad se ha hecho de otro rector, que sigue tran– quilamente su período, y voy a detenerme en las circunstancias, que por permanentes, así como han influído en este negocio, pue– den ofrecer otro, necesitan por esto remedio para lo futuro, y de– jaré desde luego supuesto, que mi imparcialidad y desprendimiento

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