Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

248 MIGUEL MATICORENA ' ESTRADA en términos de arbitrario, la constitución sin cumplimiento y muy estimulada la ambición de pretendientes; viendo que hay facul– tades y arbitrios para otorgarles estas gracias;· y por éstas y otras consideraciones, y la principal de que especialmente en esta Amé– rica es muy conveniente defender los estatutos y leyes para que no los trastorne un poder abusivo; creo preciso prohibir estas prorrogaciones, para que no se otorguen por los virreyes y que el empleo guarde rigurosamente su calidad de electivo, por el tiem– po y período de la constitución, y sabiendo todos, que nadie puede conceder lo contrario tampoco haya quien se determine a pedirlo. Estas mismas observaciones me hacen condenar igualmente el estilo del mismo claustro en las reelecciones; que se miran ya como un acto de atención, y el no otorgarlas tiene visos de de– saire; pero siendo lo cierto que el claustro es el que debe estar más sujeto a su constitución, y que las reelecciones no se han de ver como actos de cortesía, sino como premio muy singular de un rector, de particular mérito, y servicios, y que haya traído al· gún provecho y adelantamiento a las letras, u otros objetos de la escuela, o mejorado sus rentas y edificios, o que sea capaz de hacerlo, y teniéndolo emprendido, necesite tiempo de conseguirlo. Sólo a estos casos debe quedar concedido el arbitrio de reelegir con previa licencia, que sobre estos fundamentos instruidos ob– tenga el claustro de su vicepatrono, y concurriendo de ello según Jos estatutos, el número preciso de votos. En éstos, y la multitud de ellos, 'hallo otro origen, que fo– menta la ambición y hace perder el orden, y acaso otros vicios en estas ocurrencias, pues no creo que en las Américas se pueda tener la confianza en la sanidad del crecido número de vocales, que es aquí demasiado grande, porque los grados mayores, ni son tan difíciles de conseguir, ni se necesita edad muy madura para obtenerlos ni por consiguiente los estudios, y amor de los progre– sos de las letras están muy aseguradas en el corazón de muchos doctores, tiernos por la edad, y sin madurez de juicio y de doc– tr ina; y aun aquí ni en nuestras Universidades de España, ni en alguna multitud se puede contar con que todos los votos han de ser de igual aptitud, y sanidad, lo que allá no se logre en esto ciertamente, es más difícil en estas Américas, y lo es mucho más la pureza, desinterés e imparcialidad, que allá son efecto de la buena educación, y el ejemplo hace t rascender de unos en otros estas virtudes, que aunque aquí no falten, no son tan generales y por todo esto creería yo que convenía que este punto se refor– mase en esta Universidad, y se redujese a un corto número el

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