Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
274 MIGUEL MATICORENA ESTRADA pasado de 85, en la cual se mandan recoger ciertos libros prohibi– dos, y que se impida absolutamente la introducción de toda obra de · igual clase en este reino. (Al ~argen y letra distinta) . Excelentísimo señor: Remito a vuestra excelencia la adjunta copia certificada del expediente seguido en este superior gobierno sobre el más exacto cumplimiento de lo prevenido y mandado en la real orden que se halla por cabeza de él, cuya fecha es de 10 de Agosto del año pa– sado de mil setecientos ochenta y cinco. En ella se me ordena que, procediendo de acuerdo con el superintendente de real Ha– cienda haga se practique las más activas y eficaces diligencias pa– ra recoger los ejemplares que aún habían quedado del Elogio que con motivo del recibimiento de mi antecesor don Agustín de Jáu– regui pronunció en la real Universidad el doctor Baquíjano, a quien se le reprendiese severamente su libertad en este papel, recogiendo al mismo tiempo las obras de Montesquieu, Belisario de Marmontel, Linguet, Raynal, Maquiavelo, Monsieur Legros, y Enciclopedia, todas las cuales se hiciesen exhibir igualmente a las demás personas que se llegase a saber las tenían, impidiendo la introducción de estas y otras cualesquiera obras prohibidas en el reino. Luego que recibí esta soberana determinación, hice compare– cer en mi gabinete al mencionado don José, quien, arrepentido del desagrado con que su majestad manifestaba haber visto la re– ferida obra, me prometió encarecidamente enmienda, y que en– tregaría cuantos ejemplares tuviese de ella, como también las demás que se expresaban, si acaso se hallaban en su librería, lo que de facto verificó y reconocerá vuestra excelencia por el escrito que me presentó y se halla con la adjunta copia. Para proceder a los demás particulares que en dicha real re– solución se me prevenían, y visto cuanto el superintendente de real hacienda me expuso sobre su contenido, ordené por decreto de 20 de Julio del año pasado de ochenta y seis se diesen al fuego; como se hizo, las obras que había entregado el doctor Baquíjano, y se averiguase con la mayor reserva que otras personas las tenían, para ejecutar con ellas lo mismo. Al propio tiempo, y para cortar de raíz, así la introducción de tan perjudiciales obras, como la impresión de ellas, en este reino, mandé se publicase y se hiciese saber a los impresores de esta ca– pital se abstuviesen de dar a la imprenta todo papel en que no
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