Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 275 se hallase la aprobación de este superior gobierno, haciéndose así saber al rector de esta real Universidad de san Marcos para su inteligencia y observancia, quien me informaría sobre la cos– tumbre que tuviese la Escuela cerca de este asunto, y que las facturas o cajones de libros que internasen por mar o tierra a esta capital se pasasen, después de evacuados los reconocimientos y demás diligencias que por lo respectivo a real hacienda debían sufrir en la real Aduana, al santo tribunal de la Inquisición, para que por sus calificadores o comisarios, y por la persona que el virrey nombrase se examinasen todos los volúmenes con la escrupu~ losidad y cuidado que pedía la delicadeza del asunto. Practicadas estas diligencias, y cerciorado por la razón que me pasó el rector de la real Universidad de que ésta se hallaba en posesión de imprimir ciertas obras o papeles sin el permiso de la superioridad, le previne que de ningún modo permitiese en adelante se continuase esta práctica, y que precisa e indispensable– mente hubiesen de remitirse a este superior gobierno, para que, ('Xaminadas por la persona que tuviese a bien comisionar para el efecto, les concediese la licencia respectiva, si lo hallase por conv~niente. Al prop10 tiempo, y pareciéndome muy acertado el medio que el tribunal de la Inquisición me propuso con fecha diez y siete de Agosto próximo pasado, sobre que de tiempo en tiempo se recono– ciesen las librerías, así públicas como secretas, que había en esta ciudad, le previne que desde luego podía poner en planta este ar 4 bitrio, avisando antes al comisionado por este gobforno para que asistiese a dichos reconocimientos. Con este objeto, y cerciorado de la literatura, y demás buenas cualidades que para el desempeño de este asunto concurrían en el padre maestro fray Diego Cisneros del orden de san Gerónimo," le nombré para que, por io que mira a la jurisdicción real, asis– tiese, luego que se le pasase el aviso oportuno al reconocimiento de las referidas librerías. como igualmente de los cajones o fac– turas de libros que se introdujesen en esta ciudad, teniendo pre– sente que en las listas que manifiestan los dueños o apoderados de aquéllos suelen venir las obras disfrazadas con distinto título y nombre del autor de que en la realidad tienen, cuya malicia era necesario precaver, reconociéndolas por su interior, y que, hallan– do entre ~llas algunas de las comprendidas en el bando publi– cado, u otras de las prohibidas por el Estado, o que en algún mo– do pueda ser su lectura y doctrina perjudicial a la tranquilidad y quietud, a las regalías del soberano y leyes o costumbres del reino,
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