Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

288 MIGUEL MATICORENA ESTRADA do a1 mismo tiempo incidencias impertinentes como la dilatada historia de la Preh~cía de su cuñada la madre María de la Con· cepción Rivadeneyra~ con cuyo motivo se le .abría campo para desahogar libremente los resentimientos de que se hallaba poseí– do, haciendo una acre. censura de las providencias expedidas por ese superior gobierno, con dictamen del señor asesor, y zahirien– do la conducta de éste por todos los inicuos medios que podía dictar la maledicencia. Pero todavía convence más esta verdad, la intempestiva pre– sentación de este último recurso en que pretende se declare la nulidad de · el auto de 5 de marzo, proveído por vuestra excelen· cia con mi dictamen, insistiendo pertinazmente en que se le ma– nifiesten las reales órdenes relativas a su embarque y en que nombre vuestra excelencia asesor que no esté legalmente impe· elido para la resolución de el artículo de la recusación. ¿Tiene, acaso, visos de sincera la insistencia de Ugarte en estas solicitudes, hallándose a boroo con toda su familia sin re– sistir su salida, ni pedir se le releve de esta obligación? ¿No le era más fácil, acercándose al Trono, exponer sus quejas y espe– rar de la clemencia del soberano el resarcimiento de los daños que pretende habérsele inferido, sin renovar instancias infructuo– sas en este gofüerno sobre unos puntos tan repetidamente <lene· gados, en el cual era inasequible la reparación de sus perjuicios? No puede haber demostración más clara del torcido impul– so que gobierna las operaciones de Ugarte y su director, cuyo objeto no fue otro que el de reiterar, por este medio, sus usadas invectivas contra el señor Asesor y lo que es más vituperable, el de criticar con mordacidad, entre las salvas de respeto que hace a vuestra excelencia, sus mismas justificadas providencias como si su sabia penetración no distinguiese entre los elogios con que fatiga su modestia los artificios de una malignidad tan refinada. Este fue ciertamente su designio, y comprendiéndome ahora su queja, la misma naturaleza ·de_I recurso me imposibjlita a con– tinuar de asesor en el artículo promovido; por cuya razón me hallo más desembarazado y expedito para exponer, a vuestra ex– celencia, los fundamentos en que se apoya la justicia de mis die· támen~s; vindicar al mismo tiempo mi honor de las atroces ca– lumnias con que se ha intentado denigrarle a fin de que no hagan la más leve impresión en la acreditada rectitud de vuestra exce· lencia, a cuya bondad he merecido, entre otras distinguidas hon-

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