Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

298 MIGUEL MATICORENA ESTRADA quiso decir) influir las adversas disposiciones que manifesté ha– cia él en sus negocios en la remisión que vuestra excelencia me hizo del artículo de la recusación. En cuanto a lo primero las certificaciones de los escribanos de este juzgado y principalmente la del escribano de cámara de la real Audiencia, don Pascual Monzón, comprueban que este tri· bunal no me revocó providencia alguna relativa a los Ugartes, y sólo reformé una retención provisional que hice de cinco mil pe– sos, en la tesorería del Consulado, a beneficio de unos menores, por no saber si esta cantidad estaba mandada dar a don Antonio Ugarte para otros fines y que, aunque solicitó Ugarte que se tra– jesen a la Audiencia todas las causas civiles que pendían en este juzgado por el caso de Corte que tenía declarado, sólo se le con· cedió testimonio del auto para que usase de su derecho como le conviniese, hallándose en vista fiscal la instancia promovida por don José Lions en que, por ser la causa ejecutiva y estar contes– tada la demanda, resistía que se le declarase el caso de Corte. Estas son las varias providencias revocadas y con ésta probaría se falta a la verdad y se pretende sorprender la invariable justi.. ficación de vuestra excelencia. Por lo que respecta a lo segun· do, aunque los escribanos no se contraen en las certificaciones de los números 2 y 3 al tiempo en que se me hicieron las remisiones es constante a vuestra excelencia que .cuando no todas, las más, se hicieron después de extendido el auto de la recusación y así, más pudieron haber influido o prestado mérito para mi nombra~ miento en cuya atrevida expresión no sólo se falta a la verdad, sino se ofende gravemente mi honor y aun el decoro y respeto debido por tantos títulos a vuestra excelencia. · La necesidad en que me he hallado constituido de acrisolar mi conducta y alejar de vuestra excelencia aun los más remotos recelos del siniestro y temerario designio a que se ha supuesto en el recurso y en el oficio haberme asociado para ofuscar su ilustrada rectitud y continuar por este medio el sistema de opre– sión y violencia contra los Ugartes, me ha obligado a ser prolijo en mi defensa pero, vuestra excelencia comprenderá, que la fama y reputación son en los magistrados el fruto más grato de las honrosas fatigas que consagran en servicio del soberano y que deben emplear sus primeros desvelos en mantener ileso su buen nombre, sin permitir que la malignidad le empañe u oscurezca. Así, confío en la innata bondad de vuestra excelencia, quedando la providencia que estime de justicia sobre las solicitudes de Ugar·

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