Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 311 imperio. Yo lo acepto, y con fervor me encargo de la causa aban– donada de los pueblos y digo: el juez es hombre (8); para éste se hicieron los yerros; pero el malvado que se deja corromper sea devorado por el remordimiento, la voz triste del huérfano turbe su reposo, la sombra del desdichado a quien hizo derrama:t lágri– mas inocentes, lo siga en el sepulcro, altere su ceniza, y la con– mueva. Fijo mis ojos enternecidos sobre ese miserable que com– pra con el sudor de su frente el débil sustento, que con la miseria, y desnudez prolonga sus tristes días; me penetra esa viuda des– amparada que no respira sino por el sentimiento del dolor, al ver– se rodeada de una familia numerosa, cuyos · clamores fuertes y ac– tivos, aunque lánguidos por el desfallecimiento, exigen el alimento preciso de que no puede proveerles su extrema indigencia. Con funde mi razón esa vil servidumbre, esas pesadas cadenas con que suele es.clavizar la cruel avaricia al hombre libre, perpetuando esa dominación tirana por cortos intereses. La vista de tant0 ho– rror me hace emplear en su alivio toda mi actividad, y movimien– to. Procuro el bien del indio sin ofensa de algún otro derecho, solicito las comodidades que la piedad del monarca ·1es franquea, asegurando por lo mismo las cortas pensiones que su gratitud, y vasallaje deben; nad~ omito de cuanto puede contribuir a su poli– cía, y felicidad, a su mejor en.señanza en las escuelas, que por ley se mandan establecer en todos los puehlos, a su más útil instruc– ción en el colegio del Príncipe y a que el de Misiones destinado con grandes expensas de la corona a la reducción de los g~ntUes, al catequismo de los neófitos, a la formación de las costumbres de los ya radicados en la fe, cumpla a satifacción esos fines lau– dables de su establecimiento, y que el depósito de los comunes se arregle con seguridad, y los provea en sus urgencias. En fin repre– sento, insto, clamo, y consigo se extinga ese detestable trato, que con el nombre especioso de repartimiento fue. el oprobio de la razón, el obstáculo de la justicia, y la infeliz causa de la opresión, la ruina y el despecho. El desempeño de este cargo me lo agrava otro nuevo; soy nombrado para el despacho de la Fiscalía del Crimen de esta real audiencia. El lamentable espectáculo de esas víctimas infelices destinadas a la pública seguridad, penetra mi corazón compasivo; esa voz patética (9) con que, la humanidad enternecida pinta el desconsuelo de verse sacrificar por su bien mismo, me causa aque~ (8) V. el Hombre Moral por el Abad Crillon. (9) Yo respeto las almas sensibles, yo las miro como una emanación más pura del Ser eterno, que Creador de todo lo que existe, debe tener

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