Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 335 ánimos para que hagais peligrar mi ciencia de las leyes y de cual– quier derecho de tal manera no lo vuelve en mi alabanza que es– time que ha de ser alabado igualmente por vosotros; me mido con mi medida y me estimo hasta el escrúpulo en todo mi valor. Así soy versado en las angustias de la cosa literaria, sabiendo perfec– tamente que poseo un pequeño instrumento de sabiduría. Pero no soy tan inculto y rudo, despreciado por Minerva, que pase las no– ches junto a las apagadas lámparas del oscuro ingenio. Ovacio– nando por igual los vaticinios al merecido desprecio y al triunfo, los envidiosos me calumnian más procazmente. Poned a prueba, yo suplico, qué palabras daré a vuestra curio– sidad. Sin embargo, siendo la devoción por plegaria necesaria pa– ra comenzar a hablar, invocada la divinidad si el talento falta, brille lo celestial: invoco al mismo Dios. Esté presente, pues la TRINI– DAD Sacrosanta; Virgen MADRE DE DIOS que también eres pro– digiosa madre: Santísimo José, fiel nutridor de Jesús, muéstrame el alimento de la apetecida sabiduría: resplandor de la Iglesia, TORIBIO, socorre el creyente que bajo tus auspicios bebió los primeros documentos de las ciencias; y los demás santos me den abundantes gracias. Con cuyos auxilios el discurso se haga inmune al aburrimien– to y al tedio. Abandonada la escuela común, me ocuparé de in– terpretar en la antigua escuela con un método nuevo y más libre de ser realizado en la sucesión del asunto. Expondré primeramen– te las palabras de la ley y, siendo evidente a vosotros sus íntimos sentidos expuestos, sobre el AUTOR y sobre la obra del mismo, desde donde la sentencia muestre, la enjuiciaré con pocos argu– mentos. Si alguna, sin embargo, causa hubiera, porque así se ex– pusiera, la censuraré brevemente. Mostraré además el convenio y el entrelazo para exponer la doctrina y el doble origen del argumento, principalmente reco– mendado por TULIO. De éstas las que son colocadas en el asunto, de aquéllas las que son colocadas en penetrante disputa de la mente con erudición y raciocinio; consultada la antigüedad, apre– ciaré la fuerza y la propiedad de cada voz de duda: finalmente apoyaré algunas reglas, que, por así decirlo, elaboran una reca– pitulación de todas las cosas expuestas; para aquellos que juzgan que las leyes están en conflicto entre sí, se mostrarán armónicas. Así las partes de la oración que los retóricos llaman exordio, na– rración, división, confirmación y peroración, a medida que el asunto se hace evidente, tendrán que bosquejarse en los votos. Escuchad.
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