Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo
366 MIGUEL MATICORENA ESTRADA ro, por qué? Y no somos, en fin, quienes defendamos la pulida ortografía en nuestro trabajo, aun.que se nos anuncia como que reparamos cualquier error en la parte principal o en la espalda o bien, como Rivar (en el Espectador inglés tomo 2) pagamos dii– nero, preparados, por todos los medios, a la enmienda, tanto de los censores como de los lectores. Que estéis bien. NOTA. Ya Séneca había advertido que el común de los hombres se divide en una parte que elogia, y otra igual que emula: Quan magnus mirantium, tam magnus invidentium populus est (a). En las Tragedias de Eurípides, uno de los Actores, acusa a Hércules de cobarde: es decir, que hay un hombre que no es del parecer del género humano, y desmiente a toda la tierra (b). Así, aspirar al general aplauso, es una quimera que no puede adoptar· se por un espíritu sensato. El menos preocupado conserva siem– pre un amor de preferencia a sus propias obras, que en ellas so· las le hace encontrar un deleite, que en vano desea descubrir en las demás: Sic se res habet; te tua, me delectant mea (c). Por ese mismo atractivo, y ese interés, no es posible sufrir con tran– quilidad los furiosos esfuerzos de la injusta crítica. Por rebajar el mérito de la Relección que acabamos de exponer, se ha pro· <lucido en diversos medios, que por su misma contrariedad des– cubren el despreciable principio que las anima. Ya se asienta, que en el estrecho tiempo que se señala la Academia para estas Actuaciones, no podía formarse, por ser muy ceñido, aun para compilar las Leyes de que se usa. Yo diría lo que en otro tiem– po unos grandes Poetas: Vis ergo in:ter nos, quid possit vterque vicissim Experiamur (d)? Detur nobis locus, hora, custodes? Vide amus vter plus scribere possit (e). (a) De Vita beata cap. 2. (b) Mr. Freron Año literario 1759. (e) Cicero Lib. 5. Tusculan. § 22. (d) Virg. Eglog. 3. vers. 28. (e) Horat. Satyr. 4 Lib. 1 vers. 15.
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