Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

382 MIGUEL MATICORENA ESTRADA y que ejerció por cerca de tres años, sin sueldo, ni recompensa alguna, logrando la sin ejemplar satisfacción de que ningún Tri– bunal o juez se apartase en sus resoluciones de el dictamen, que por su ministerio extendía para la decisión de las causas. Con el mismo desinterés, sin renta, ni asignación ha conti– nuado el exponente por más de veinte años en el despacho de la Asesoría del Ayuntamiento de Lima y tribunal de comercio y en las infinitas causas de pobres y poderosos, que o por su impor– tancia, o deseo de las partes se han encomendado a su defensa en tan dilatado tiempo, no disfrutando otro provecho de ellas, que la pura satisfacción de servir al público, cuyo objeto le esti– muló al establecimiento de la Sociedad Académica de Amantes del País (que ha merecido la aceptación de V. M·) y de la que nombrado presidente, en cuyo cargo se mantiene, trabaja en la publicación de dos papeles periódicos en cada semana, obra los más de ellos de la aplicación y fatiga del que suplica. De modo, señor, que el exponente en cuarenta y dos años de edad ha empleado los veinte y ocho en servicio de V .M. y del público en los destinos de mayor confianza, estimación y honor, como así lo informan a V. R.P. el virrey del Perú, la real Audien– cia, real Universidad, los Prelados eclesiásticos, el Cabildo secular y demás jefes, y tribunales de aquellos dominios, esperando que la bondad de vuestra merced se digne premiar el acreditado celo y exactitud con que ha desempeñado esas confianzas. Prueba de la satisfacción de aquella ciudad y real escuela, es el nombramiento que han hecho estos ilustres cuerpos del que su– plica, para que como su diputado general se presentase a los rea– les pies de V.M. promoviendo las solicitudes convenientes al bien de aquellos vasallos. La no interrumpida administración de la justicia es sin duda la que más ocupa el religioso corazón de V.M. y la que más exige la larga distancia de esos remotos países; así el que expone habiendo servido a V.M. por tan dilatado tiempo en tan diversos destinos, e interinamente de ministro togado en aquella real Au– diencia, sin que su mérito justificado por los documentos más au– ténticos haya logrado la recompensa de que lo juzgan acreedor los jefes y tribunales a cuya vista ha trabajado con constancia, ren– didamente. A V.M. suplica se digne jubilándole en la cátedra de prima de Cánones, que obtiene nombrarle para una plaza de oidor super– numerario sin sueldo de aquella real Audiencia, con la antigüedad y opción a la primera vacante; pues la necesidad en que se halla

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