Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

430 MIGUEL MATICORENA ESTRADA estará así eternamente, de modo que con una certificación del Secretario de la Cámara de haberse verificado lo prevenido en mi nombramiento, en Lima me abonarían sin disputa el sueldo. Si este modo de pensar no va en orden, agite Ud. el que salgamos de esta duda. En cuanto a mis solicitudes renúncieme Ud. la presidencia de Castilla, Indias y todas juntas, igualmente todas las regencias, in– cluyendo México y Lima, pues para obtener esta última sería ne· cesario dejar las comisiones y la Plaza con ellas; la pref~ero a la misma regencia. Nada ambiciono, quiero ni solicito, sino cum– plir con mis cargos y lograr tranquilidad y descanso. Para esto me es necesario pasar del crimen a lo Civil, pues el Juzgado de Provincia es muy molesto, y muertes, prisiones, tor– mentos, no se adaptan a mi genio. Es, pues, lo único en que debe Ud. emplear su actividad. Para que se me declare sin necesidad de nuevo Decreto opción a la primera vacante de Oidor no se debe pretender esto por Guerra ni por Gracia y Justicia, pues lo consi– dero dificilísimo por un golpe extraordinario, y en las circunstan– cias de gracia por algún motivo plausible y por la secretaría de Hacienda; yo pendo de ésta por las Comisiones y he sido nombrado con ella con motivo de la Paz que tanto nos importa. Y pudiera verificarse por este Ministerio si se han de agraciar a los que de él penden. Pudiera, pues, conseguirse fomentando el pensamiento los tres amigos de ese departamento, de cuyo favor no debo dudar y apoyándose en que la Ley de Indias previene sea Oidor el Juez de Alzadas. Si se necesita algún exterior influjo, cuento con la amistad de la Duquesa de Alba y el Conde de Castro Terreno, a quienes tengo escrito que cuando se ofreciese disfrutar su favor ocurriría mi apoderado a solicitarlo, y no dudo se presten a hacer lo que puedan. Pero sobre nada más cuento que con la actividad de Ud . El pensamiento de Hacienda no es tan extraordinario co– mo parece a la primera vista, pues por esa secretaría sacó la Cá– mara el señor Escobedo por haber servido en ése como en Indias, aunque era ministro togado, así en la circunstancia anteriormente expuesta no habría dificultad para el logro si concurriese el fa– vor. En una consulta que hice al Ministerio sobre la utilidad de nombrarse síndico para el tribunal del Consulado de Lima a imi– tación de todo~ los demás se insiste sobre los extraordinarios gas– tos de aquel tribunal y el crecido abono que se daba al Apode– rado; todo esto se practicó con acuerdo del amigo R., pues de arreglarse aquello se ha pasado orden para que informe el Con-

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