Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

476 MIGUEL MATICORENA ESTRADA a lo interior de la de Tejas, conduciendo todos los papeles rela– tivos a lo sucedido en Bayona sobre reconocimiento a Napoleón y criminal exceso de jurarle obediencia y sumisión en nombre de los españoles de todo el globo; pues se incluian en esa expresión a los vasallos de América a quienes ni representaban, ni podían representar los que así se explicaban en nombre de los indianos; cuando éstos por su geográfica situación se hallaban muy resguar– dados de los atentados de ese monstruo. Los comisionados de la junta de Sevilla don Manuel Jáuregui y don Juan Javat que a mediados de agosto desembarcaron en Ve– racruz, lejos de disminuir los recelos del reino daban nuevos mo– tivos de sospecha; ellos por la poca consecuencia de sus pregun– tas se caracterizaban de espías o exploradores (4) y se anunciaron con las amplias facultades de deponer al virrey si no se sujetaba a la junta de Sevilla, o estaban descontentos los pueblos de su mando; con todo, los oidores contestaron que reconocían la abso– luta supremacía de Sevilla en lo que tocaba a Hacienda y Guerra, y que en cuanto a gobierno y justicia la reconocerían luego que estuviese a su frente el infante don Francisco Genaro, príncipe de Sicilia, por quien ya había enviado la misma junta, según lo afir– maban sus comisionados. Así fueron continuando las juntas hasta el 9 de septiembre, día en que se manifestaron los dictámenes de la de 31 de agosto en esta forma: de los ochenta y seis vocales, los cinco de que se sus– pendiese toda determinación, diez singulares en su parecer, cin– cuenta y cinco que no se reconociese junta alguna de la península que no estuviese autorizada por el señor don Fernando VII o con sus poderes legítimos, y los restantes de que se tuviese por tal a la de Sevilla en los dos ramos antes indicados. En estas acaloradas contiendas llegó la madrugada del -16 de aquel mes, y doscientos treinta y dos facciosos pagados por don Gabriel Yermo, se apoderaron del virrey y su familia con el ma– yor ultraje, escándalo y vilipendio; y el Acuerdo procedió inme– diatamente, sin abrir el pliego llamado de mortaja que contiene los nombrados para las vacantes que ocurran, a entregar el man– do al octogenario mariscal de campo don Pedro Garibay. Es preciso advertir para el fin que me he propuesto en esta sucinta relación, que, aunque dice el acuerdo de 15 de julio, que la resolución de esperar el giro que tomasen los negocios para (4) Apuntamientos históricos por Villa Urrutia.

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