Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 479 oidor Villafañe, fiscal Borbón y la traslación a Sevilla del alcalde de corte Villaurrutia; al primero con el sueldo entero, al tercero con la mitad y al segundo americano con sola la cuarta parte. De seguida apareció con el título de corregidor intendente don Ramón Mazo, novedad que alarmó al ayuntamiento, pues por el servicio pecuniario de ciento veinte mil pesos fuertes se hallaba en posesión por más de veinte años de no tener corregidor, privi– legio que había respetado el déspota Godoy, pues no pudo conse– guirlo para su hermano el prostituido inquisidor general Arce: Privó también del empleo de teniente letrado de la intendencia de la capital, que servía por nombramiento del rey, al íntegro y acreditado americano don Fernando Salvador, substituyéndole el europeo Martinena, abogado de Yermo, director de la conjuración y autor después de la furiosa representación del consulado de aque– lla capital contra los americanos, leída en las Cortes y de que tra– taré en su oportuno lugar . En una palabra, hasta títulos de pre– dicadores del rey, que no los expide su majestad sin propuesta del Patriarca de Indias llegó a extender por sí solo, ejercitando, y con esa irreflexible prelación, todas las atribuciones y facultades de la soberanía; las que se le confirieron no las han podido descu– brir los diputados mexicanos a pesar de sus repetidas instancias en las Cortes; ordene vuestra excelencia se traigan a su vista, pues su contenido aclarará grandes dudas. Los primeros alborotos principiaron el día 14 en la Villa de Dolores, cincuenta leguas de México y de diez y ocho mil almas de población, dirigidos por su párroco don Miguel Hidalgo (a quien el obispo de Valladolid de Michoacán distinguía con el título de cura de los curas, confesando que hasta aquel entonces había disfrutado de su estimación y confianza) agregándosele dos ca– pitanes del Regimiento de la Reina don Ignacio Allende y don Ma– nuel Aldana; y desde entonces continúan hasta el día con la ine– vitable alternativa que siempre acompaña a los sucesos de la gue– rra, pues no debe darse entero crédito a los partes y triunfos pon– derados por los jefes y que sólo sirven para el escarnio y burla de los extraviados. Sea prueba esta verdad el parte del general Calleja al virrey Venegas publicado en Gaceta de México de 3 de mayo de 812, en el que noticiándole de su entrada en el pueblo de Cuautla y reti– rada de Morelos dice: "Las siete leguas están tan sembradas de cadáveres que no se da un paso sin que se encuentren muchos"; y un acreditado periódico hablando de este encuentro refiere que sólo faltaron dos individuos del ejército de Morelos.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx