Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 483 la sala capitular juren usar bien y fielmente sus cargos, conser– var la integridad de esa parte de los dominios de América para su amado soberano el señor don Fernando VII, y sus legítimos sucesores, y de observar puntualmente las leyes del reino; y con– testando al ayuntamiento de Montevideo le escribe: "Ambos pue– blos reconocen a un mismo monarca, la junta ha jurado al señor don Fernando VII, y morirá por la guarda de sus justos derechos". Chile en su proclama se explica de este modo: "Después que el congreso representativo del reino ha proclamado sobre las mis· mas aras la religión de Jesucristo, ha jurado pública y solemne– mente fidelidad al adorado Fernando". El Nuevo Reino de Granada se anuncia en iguales términos: Cartagena no se aparta de esos leales sentimientos al monarca; y la provincia del Socorro la primera en aquel virreinato que des– cubrió síntomas de inquietud, levantaba la voz clamando: (12) "No hay que equivocarse, nosotros somos fieles vasallos de Fer– nando VII". ¿Cuáles fueron pues los motivos de la desunión de esas pro– vincias, y la causa de no conformarse a seguir en la obediencia de los gobiernos provisionales de España? Ese exceso de amor a su legítimo soberano y los recelos de que éstos lejos de represen– tar al monarca, trataban sólo de allanar el camino al usurpador. Los procedimientos de las principales corporaciones de la penín– sula, las proclamas y providencias de la Regencia, los debates y decisiones de las Cortes, y las escandalosas doctrinas que circu– laban sin embarazo, apoyaban esa desconfianza, y disculpan cual– quiera equivocación. Insinué al principio que los agentes franceses introdujeron en América cuanto podía contribuir a conmover su lealtad; así se tuvo muy luego la arenga de 7 de julio de 808, en la que después de haber jurado obediencia y fidelidad a José le dice la junta que se tituló española: "Ofrece a V.M. Y. y R. este homenaje de respeto y de agradecimiento, en nuestro nombre y el de los espa– ñoles de todos los climas, de los individuos todos de una dilatada familia extendida por tantas partes del globo". La de 4 de junio en que se expresa: "Incurren (las provincias de la península) en el desorden (de la insurrección) en el mismo tiempo en que bajo la protección del sabio y grande emperador se van a cimentar las bases sólidas de la felicidad de la España". La de 8 de aquel mes: (12) Bando de 21 de mayo de 1810.

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