Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

486 MIGUEL MATICORENA ESTRADA Todos estos defectos los hace presente Venezuela en contes– tación al oficio que le dirigieron los nombrados en Cádiz para representarla: "La suprema Junta de Caracas (escribe) desaprueba el nombramiento de Vms., y lejos de ratificar lo hecho lo revoca y anula expresamente". En los mismos términos se explicaron Buenos Aires y demás provincias disidentes. Las Cortes atizaron ese incendio, por sus impolíticos y arbi– trarios decretos, por sus subversivos principios, y por la ultra– jante condescendencia con que disimuló y aun aplaudió los ex– cesos cometidos contra los americanos dentro y fuera del con– greso. Sería necesario formar una molesta y prolija historia, si in– tentase recorrer todos los agravios inferidos a la Amér.lca por el congreso; contráigome por evitar el fastidio a las dos principales solicitudes de la diputación americana, a saber: la igualdad de representación y la libertad de comercio. Diez y siete días sostuvieron los diputados de Ultramar la más acalorada discusión y las más amargas invectivas sobre el primer punto, que estaba sancionado en las leyes de Indias que declaran no ser aquellas posesiones, colonias, sino reinos agregados al de Castilla; prohibiendo se les nombre de conquista cuando se hable de ellos. (15) Pero a pesar de esta decisión que no debía ignorarse por un magistrado diputado, decía éste: "Los habitantes de aquellos do– minios, son vasallos del rey por otros títulos que los españoles, Y para la mejora de las leyes que es el único objeto de estas cor– tes extraordinarias basta la representación que está ya en ellas". El primer jefe de los liberales reproducía los más despreciables sofismas para persuadir que los indios eran esclavos por la na– turaleza; su segundo clamaba, que antes votaría se perdiese toda la América, o se entregase a Napoleón que concederle iguales de– rechos a los de los españoles. Un diputado eclesiástico decía: Si son iguales en derecho sería necesario suprimir los tributos, y no conviene: otro preguntaba si los americanos eran blancos y profesaban la religión católica, y por último, uno que ha extraído su opulencia de la América Sep– tentrional, concluia: Que aún no se sabía a; qué género de ani– males pertenecían los indianos; vergonzosa invectiva estampada por un escritor enriquecido en la Meridional: y repetida en Cádiz, (15) Ley 6~, título l <.>, libro 4<.>, reencargada en cédula de 30 de mayo de 780.

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