Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 489 friesen trescientos mil; (17) de que un indecente asalariado por el Consulado de México repitiese en el mismo lugar, "pues que no puede España sujetar las provincias del Río de la Plata cédanse a Portugal para que las subyugue"; proposición dictada por el en– cono y el odio, y que no se llevó a efecto por contrariarla su declarado rival con el ridículo adagio del perro del hortelano; no descubriendo pues asilo a que acogerse, se valen esas provincias del que les señala la ley (18) formando junta de sus mismos na– turales para conservar el reino a su legítimo soberano, no para declararse independientes y separadas de la antigua España. Las relaciones íntimas que estrechan la misma religión, el mismo idioma, el mismo carácter y origen estorban el que con facilidad se rompan esos lazos que unen a ambas Españas; la con– ducta que ha manifestado la América en todo lo que se ha dicho lo demuestra con energía, lo que ha practicado después de la erección de las juntas lo convence hasta la evidencia. Noventa millones de pesos fuertes había remitido a la penín– sula, desde el año de 1808 hasta el de 1811; gobernándose por sus juntas no se retrae de continuarlos; la de Buenos Aires abre una suscripción a favor del ejército español olvidando toda preten– sión y resentimiento; las demás provincias le imitan; y el dipu– tado de México hace a las Cortes en abril de 811 una propuesta que no puede alcanzar el más experto talento, cómo pudo recha– zarse entregándola a un perpetuo olvido. Ella era reducida a que se aprobase para aquel reino el sis– tema de juntas provinciales, y que se declarase la independencia eventual de las Américas en el caso de ser enteramente subyuga– da la España; con esa garantía se ofrecía la Nueva España a nego– ciar con las demás naciones el caudal que se necesitase para sos– tener la gloriosa lucha en que se hallaba con la Francia, compro– metiéndose a hipotecar para el seguro del crédito los productos de sus opulentas minas; la comisión ultramarina aprobó la me– moria con justicia; mas, ocho meses estuvo en la mesa del con– greso sin permitir se leyese ni aun en sesión secreta, calificán– dolo de plan revolucionario. - ·sin desalentarse aquellos vasallos por tan sospechosos recha– zos, apuraron todos los medios de conciliación; en el armisticio firmado entre las provincias del Río de la Plata y la Plaza de Mon- (17) Manifiesto del diputado de Santo Domingo. {18) Ley 3~, título 15'?, parte 2'?, sic.

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