Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

496 MIGUEL MATICORENA ESTRADA Pero el libertar a los indios del tributo fue un rasgo de be– neficencia que no debían olvidarlo, y fijar su inalterable perpetuo reconocimiento; él pudo serlo; si la inoportunidad, la precipitación y otros incidentes que la acompañaron no hubiesen producido la renuncia del agraciado arraigando más su desconfianza, y que– dando por único resultado un trastorno y desorganización no fá– cil de repararse. Hablaré con datos del Perú porque me son muy conocidos, y fui uno de los vocales que asistieron a las juntas for– madas para encontrar el remedio; en los demás puntos de Amé– rica, puede darse la misma aproximación. El indio tributaba desde la edad de diez y ocho años hasta cumplir los cincuenta, satisfecha esa pensión nada se le exigía por alcabala y demás derechos que gravan las negociaciones y trá– fico de los demás ciudadanos; el número total de los del virrei– nato del Perú en el pasado año de 1811 incluyéndose ancianos, niños, mujeres y privilegiados ascendía a 909,228; de los que re– bajados los que por diversos títulos no pagan, quedaban sólo con– tribuyentes 204,903; y por ingreso al Real Erario (pues no es uni– forme en todas las provincias la pensión ni igual la del origina– rio con tierras a la del forastero sin ellas) 1.272,548 pesos fuertes. Sobre éstos gravaban la paga de sínodo a los curas, la eroga– ción a los hospitales, el salario de maestros para la enseñanza, las encomiendas aplicac 1 .is a fundaciones piadosas, como las que go– zaba el Monasterio del Escorial, o la subsistencia del Convictorio de San Carlos, o a algunas ilustres casas recomendables, por sus esclarecidos servicios; de manera que el líquido que engrosaba la Hacienda Real era de 763,197 pesos fuertes. En una época en que por las alteraciones de las provincias habían disminuido tanto las alcabalas y demás derechos reales y en la que se recrecían por la misma razón los gastos y graváme– nes, no era oportuno decretar un déficit de tanta consideración, que a los mismos agraciados les excitaba grandes sospechas y recelos, creyendo más bien ser una red que se les tendía para más oprimir– los que un beneficio para aliviarlos . Tenían noticia anticipada los del Perú, de lo ocurrido en Mé– xico; de que aquel virrey había propuesto a las cortes se resta– bleciesen los antiguos repartimientos, y que al anunciarles la li– bertad del tributo, publicó la lista monstruosa de los derechos a que quedaban sujetos como los españoles. Todo esto los puso en _ inquietud y sobresalto; así cuando se les hizo saber estaban exo– nerados de ese gravamen, los indios de los valles que son indus– triosos y traficantes la rehusaron, pues en lugar de los seis pe-

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