Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

534 MIGUEL MATICORENA ESTRADA pitar aquéllos que lejos de proporcionar algún bien, sólo acarrea– rían mayores males. Del Brasil sabemos que el 4 de noviembre se embarcó la se– ñora Carlota con sus hijas y que le asaltó a la primera un fuerte flujo de sangre que le obligó a desembarcarse la salida y que el 22 de abril se estaba embarcando el equipaje de la señora reina Carlota, es todo lo que sabemos de seguro, pues todo lo demás es hablar por capricho y voluntariamente. Veo que no ha habido proporción para que en la sala de pro– vincia se despache nuestro artículo pendiente, como se logre el efecto que deseamos sobre que no prosperen los perversos desig– nios de ese Perillán, puede tolerarse con paciencia las demoras y los embarazos que se nos suscitan. 164 CARTA A NAJERA.- Sevilla, 31 de julio de 1816. He recibido la de usted de 26 del presente y con ella el papel que le acompaña, y aunque el pensamiento sea bueno y con el deseo de aliviar la situación del amigo, él no tendrá el efecto que se desea pues los hombres en dignidad y elevación no conocen ni se animan de otro sentimiento que el del egoísmo y propia con– veniencia, la que no ponen en compromiso ni incertidumbre por abrazar el partido y defensa ajena; la que usted hace es un fenó– meno raro en el trato común de las gentes y aun aquellos que se aprecian de honrados y firmes en sus amistades, no dejarían de decir en igual caso que es un axioma dictado por la prudencia no dar paso cuando se prevé su inutilidad para conseguir el fin; no le repetiré a usted lo mismo, pero sí le recordaré ser muy preciso resfriar algo el fervor y la ardencia para no dar lugar a que los enemigos tengan asidero con que molestar a los que quie– ren mal. Siento se haya demorado tanto en poder de Heredia la con– testación al traslado de la real orden que se comunicó y tengo gran curiosidad de saber qué partido habrá tomado, o por mejor decir, qué maniobra fraguará el célebre Peciña con motivo de pa– sar su majestad a Talavera según se escribe de ésa; yo me alegra– ría que se apiadase permitiéndole restituirse a Madrid, pues ele este modo se cortaban todos sus pretextos y dilaciones.

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