Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 539 sa que la falta de motivo; espero que el relator Gil haya cum– plido su palabra y concluido ese penoso artículo. En el diario del 27, veo citados a los apoderados del conde de Vistaflorida para que deduzcan sus acciones contra la casa de Rivas Peña y com– pañía, ignoro qué crédito sea éste y a cuánto ascienda su importe. No es verdad lo que allí se dice sobre la prisión de e., nada más hay que lo que a usted he dicho y a esta fecha se habrá he– cho ya el registro de los papeles interceptados. De la venida de las señoras nada se sabe, pero la llegada del padre Cirilo y el secretario don Ceferino es voz general que esta– rán en ésta en todo el mes entrante. Hoy ha corrido la noticia de que los ingleses han entrado en Argel a costa de mucha pérdida de gente de una y otra parte, esta noche por el correo de Cádiz sabremos la verdad de la noticia. 171 CARTA A NAJERA.- Sevilla, 18 de septiembre de 1816 Contesto a las de usted 10 y 13 del presente, celebrando el recibo de la última por saber se hallaba mejorado el amigo del ataque de pecho que me avisaba usted en la primera, y aunque no se haya logrado el efecto de los tres escritos que usted me dice se habían presentado, se consigue a lo menos gire el asunto y que– de manifestada la inocencia; la constancia y el celo tienen también sus límites y pasados éstos degeneran en capricho y obstinación; al hombre cristiano y de honor le es impuesta la obligación de hacer todo lo que está al alcance de sus fuerzas, pero el imposible de vencer las superiores, no se le ordena por ley divina ni humana. No dudo del retiro de mi compañero que usted me anunciaba como muy próximo, él ha de conocer que después de lo que ha tra– bajado para deshacer lo hecho, no puede ser objeto agradable ni aun a los mismos que se han interesado en su logro, igualmente no dudo que el amigo de por acá y su jefe, han de ser restableci– dos prontamente en su influjo y poderío; mil anécdotas y expre– siones que son buenas para dichas de silla a silla, así me lo per– suaden; y a pesar de la orden que vino de que los confinados en los pueblos de la carrera saliesen de los lugares en que había de pasar su majestad, tomando precisamente para separarse camino distinto del que traía su real persona, y en virtud de ella salieron

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