Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

556 MIGUEL MATICORENA ESTRADA ta en los suburbios más remotos disipa las tinieblas. ¡Oh noche! tu negro manto no servirá para encubrir los delitos del hombre, tú debes publicar las glorias del benemérito de la patria: tus tir nieblas vencidas por la claridad forman una sencilla alegoría, y presentan al mérito triunfante de la envidia. Las casas de los gran– des ricamente colgadas y cubiertas de palmas y festones descubren con las luces el gusto, y la magnificencia: las de los infelices con un grosero paño y algunas lámparas de poco brillo anuncian la sinceridad de los aplausos. El Real Palacio, el Arzobispal, Cabildo, Tribunal del Consulado, de Minería, Colegios, y casas particula– res se empeñaron todos a competencia en las iluminaciones. Los genios de la invención y poesía habían ocupado todo el espíritu peruano: Apolo mismo no desdeñó las chozas mas incultas, y co– municó por todas partes su fuego delicioso para la celebración del predilecto de Minerva. Emblemas elegantes y motes expresivos se descubrían hasta en las puertas de los más rústicos menestrales. El nombre del Señor Baquíjano se ve escrito con letras de fuego en una parte; en otra la abundancia de luces trastorna el edificio en nueva arquitectura; una elevada pirámide rodeada de llamas Y una lámpara sobre un altar, simbolizan los sentimientos del Con– sulado expresados en un elegantísimo cuarteto: las armas del Perú entrelazadas con los emblemas del amor y del premio ocupan el centro de la brillante fachada de una casa; en la inmediata se mira un pabellón de púrpura, en cuyo fondo está el ojo de la previsión y vigilancia sobre dos columnas que en sus zócalos presentan las alegorías de la justicia y fidelidad: aquí la estatua ecuestre del Mo– narca se descubre en la parte superior de una faja de castillos Y leones debajo de la cual se lee esta majestuosa inscripción: A Ba– quíjano, la honra del Perú; más allá, una fama acompañada de un genio con los atributos del premio y las virtudes pisa la viborina cabeza de la envidia, describiendo el total en un soneto: las or– questas de música distribuidas por todas partes aumentaban, o más bien acompañaban el gozo y complacencia universal. El Tri– bunal de Minería agregaba a la música los atributos de los tesoros de este suelo: cuatro conceptuosas octavas se leen en esta casa: en aquella algo distante de la plaza se descubren tres pirámides con su brillante decoración. Viva la patria y su hijo benemérito el Excmo. Señor Conde de Vistaflorida que la llena de gloria y de placer, dice en la del centro: No hay culto que baste a la Sabiduría; en la de este lado: Todo homenaje es corto en obsequio de la noble virtud de la beneficencia; en la del otro. En la puerta de aquel ar– tesano choca demasiado fuerte el aire, y no deja leer fácilmente lo

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