Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

586 MIGUEL MATICORENA ESTRADA perdiderunt Hispaniam. Recuerdo que hace el señor Jovellanos en su in– forme sobre la ley agraria. MONEDA PROVINCIAL Esta la hemos tenido y tendremos, siempre que se cele el cumplimien– to de las reales órdenes. En la de 18 de marzo de 1771 se manda la supre– sión de la macuquina y fabricarla de toda clase de rostro o cordoncillo. De 16 a 17 millones había de esa moneda; los que activaban el giro y círculo interior del reino. Se han recogido, y no se ha subrogado igual cantidad; y ve aquí el origen sensible de la falta de numerario. Oblíguese al fiel de moneda a que cumpla la contrata de labrar 30.000 marcos en menudo y mil más en cuartillos, y célese al mismo tiempo en que esa moneda no se ex– traiga, corno repetidas veces se ha mandado, y ve aquí insensiblemente res– tablecidas estas provincias a su antiguo estado de robustez. Baja de ley., no se escuche. El comisionado de S. M. don Diego Dru– mont, ya insinúa en sus papeles que la hay y existe. Señor: desaparecidos los tiempos de la oscuridad y las tinieblas, no hay embarazo en descubrir. Que por real orden de 20 de marzo de 1772, se ordena esa rebaja, pero ¡con qué precauciones y misterios! Juramento particular de los contadores, a quienes el gobierno confiere el glosamiento de esa cuenta separada: pa– sar en horas reservadas a la Casa de Moneda a verificar los datos para los libros de ingresos. Juramento al oficial que los auxilie. Disfrazarse ese au– mento con el nombre de entrada extraordinaria ... ¿Un invasor que sor– prende los bienes del pacífico ciudadano, podría tomar más precauciones? ¿Y un gobierno que procede dando ejemplos de tanta inmoralidad, tiene derecho de esperar exactitud y fidelidad en sus empleados?. PAPEL MONEDA Más adaptable sería la fábrica de papel moneda, que represente en pequeñas cantidades desde cinco pesos progresivamente hasta ciento, la concurrente cantidad de igual moneda en efectivo, y que labraría en me– nudo para ir sucesivamente extinguiendo el papel; de modo, que era sólo una moneda subsidiaria e interina. Ese proyecto tiene contra sí la preocupación que excita motivos par– ticulares contra su autor; pero bien examinado, no ofrece algún reparo. Só– lo ante, sí, ventajas conocidas para la reanimación del reino. Toda la difi– cultad en este punto, es persuadir al público que existen las dos bases del crédito: solvencia en el deudor, y confianza en su buena fe. El sultán de Turquía tiene la primera calidad, proporciones para pagar; mas nadie arries– ga préstamos bajo su firma, porque falta la seguridad del que quiera pagar. Cuando el conde Cabarrús proyectó el establecimiento del Banco na– cional, Mirabeau, ese sublevador de la opinión pública (como él mismo se llamaba) no dudó caracterizar de malos ciudadanos, y de imprudentes pa· dres de familia, a los que arriesgasen sus fondos en este establecimiento. La experiencia ha manifestado la falsedad de su invectiva, pues los papeles moneda d e Banco., circulan con mayor estimación que el efectivo siendo muy cómodos y a propósito para el giro. La nación perdió su crédito al ocupar el trono Fernando VI. Atemori-

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