Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 43 por muy complacido de la reconciliación que conmigo había te– nido de nuestras pasadas discordias y desavenencias. Yo le con– testo indicándole, cuan a despechos de mis sinsabores por el po– co afecto con que me mira la conservo, el origen de éste y la co– mún causa de todos los disgustos y de que no se sirva al rey con todo aquel amor y exactitud que sus piadosas intenciones exi– gen, y desea este sabio ministerio. No se cómo tomará la ingenuidad con que le hablo: le con– fieso la bondad del virrey y su sana intención; pero al mismo tiempo le hago entender su fácil condescendencia a los consejos, émulos y torcidas ideas de los hijos del país que le rodean, y en– gañan por sus fines particulares, haciéndole un breve análisis de] pernicioso carácter de estas gentes y deplorable estado, en que con sus falicias (sic) y cavilosidades tienen al gobierno. Quiero recordar a vuestra excelencia por lo que pueda conve– nir, cómo en esta Audiencia tengo cuatro ministros impedidos por los enlaces, e inmediatos parentescos de ser primos herma– nos don Gaspar de Urquizu Ibáñez y marqués de Corpa; cuñados don Me1chor Santiago de la Concha y don Antonio Hermenegildo Querejazu; un hijo de éste casado con hermana de la mujer del mismo marqués de Corpa, que es un grande comerciante y el pro– visor hermano del enunciado Concha, cuyas relaciones no puede menos que traer muchas contemplaciones y disimulos en las ma– terias de justicia. He tenido la desgracia de que cuanto había ahorrado de mi sueldo y adquirido por mis derechos en la residencia del virrey Amat, lo mandé a España justamente en los dos navíos Buen Con– sejo y Perla, que apresaron los ingleses. Con que considere vues– tra excelencia comó habré quedado, sobre mis estrecheces con es– ta pérdida. Puedo asegurar, que con el motivo de serme preciso mantener dos casas, la de mi mujer en España y la mía aquí, no me alcanza el salario para vivir; aún con aquella regular decencia, que requiere mi empleo, e impide lo sumamente caro del país. De él, se me desfalcan dos mil y setecientos pesos, y un mil que pago de alquiler por la casa en que habito, son tres mil y setecien– tos, que deducidos de los diez mil anuales que tengo sólo me r s– tan seis mil y trescientos, que aún respecto a un particular cual– quiera, sin otra negociación, no le puede bastar en esta ciudad para pagarlo ni aún con mediana comodidad. En este supuesto celebraría mer cer de la grandeza de ánimo de vuestra ·celencia se me confiriese la comí ión de compo ición de ti rra de e te rei– no, o la visita del ramo de t mporalidades, qu tanto ti n que re- G25630

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