Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

JOSE BAQUIJANO Y CARRILLO 51 piración formal y fundamentada, y de un conato próximo y eficaz a ella. Contrayéndose este ministerio al hecho que resulta justificado del progreso, repara que, aunque hubo dos juntas, una verificada en el puente de la parroquia de Santiago, y otra en el Alfalfar de Cangas, que administraba el reo Asencio Vergara, en ninguna de ellas hubo concierto, ni orden en las conversaciones. Estas se dirigieron desde luego a tratar del alzamiento, pero no se to– maron las precauciones convenientes; no se confirieron medios proporcionados a un fin tan arduo; no llevaron método en el pro– yecto, ni quedaron firmes y resueltos en emprenderlo; al mismo tiempo que alguno de los congregados apuntaba una especie, co– nocía la inconducencia de ella, la insubstancialidad de los compa– ñeros, y la ninguna proporción que tenían para el asunto. Si de to– das las deposiciones y confesiones de reos relativa al pacto de cons– piración, se formase un análisis no se podría sacar cosa alguna en concierto. ¡Mas parecen desatinos de unos hombres simples, fanáticos y alucinados, que producciones concertadas! Sobre to– do, es tal la variedad con que proceden en la relación que hacen de los pasajes acaecidos en las juntas que, confronta con otro, ni por ellas se puede descubrir los que principalmente concitaban. Desde luego, consta en el proceso que el cacique Tambohuacso concurrió en ambas, y que propuso tenía a su disposición multi– tud de indios con que circundar y coronar los cerros de la ciudad; mas ésta fue una vana y ridícula jactancia. Para esta oferta era necesario que los tuviere de antemano preparado; una maniobra de esta clase a más de ser muy difícil y cuan imposible por la timidez de los naturales, se hubiera necesariamente sentido en e] pueblo, y reducción de su comando. Los indios por su naturaleza son tan pusilámines como fá– ciles; entre ellos jamás se observa secreto pues aun el que se co– munica a pocos se trasluce luego. No sólo influye para que re– velen cuanto saben el motivo insinuado sino tambien las borra– cheras en que son tan frecuentes. En cada vez que se embriagan dicen cuanto sienten y conciben ¿Si un secreto confiado a muchos, aunque sea sujetos de entidad, no se guarda, qué sería del que se fía a una much <lumbre, compuesta de individuos inad ertidos, fáciles y de ningún fundamento como lo son los indios? Si el re– ferido cacique les hubiera ministrado la m nor luz en el parti– cular, ra indispensable que en 1 instant se esparcies y se 11 vas a noticia de los ministros y jueces de aquella provin ia . Cuando, por estos débiles conductores, al menos por la mismas dilig n-

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