Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION 85 su libertad, y al goce de los inefables bienes que puede proporcio– narse un país dictándose sus leyes. Así que sin traer a consideración los inexcusable repetidot) testimonios que V. E. ha dado de esta verdad, basta para su última comprobación ver in talado el primer cuerpo representativo del Perú por la indefensa solicitud de su libertador, quien sin ejemplo en la historia de las revoluciones, ha devuelto a la faz del mundo el su– premo mando, r presentando sus eminentísimos servicios, sólo con el objeto de que ningún Diputado opine u continuación en tal alta magistradura; siendo indudable que se encargó de ella contra los ...;entimientos de su corazón, y en atención a la circunstancias en que se hallaba la Capital del J:>erú en Agosto de 1821. ¿Cómo podrá pue~ imaginar e que ..nvistiéndo e a V. E. con el nombramiento de Generalísimo se rustren los designio del Congre– so; se alarme el celo de los que anhelan por una positiva libertad; se divida la opinión de los pueblos; y se disminuya finalmente la onfianza entre ellos, siendo la presencia de . con las relaciones del poder, que ha dejado, y con las de la fuerza, inconsistente, según dice, con la moral del cuerpo. obe1·ano '? El nombre del General que con el Sol del 8 de Septiembre arribó a la playa de l'araca , tra– yendo en su invencible diestra la Independencia y la Libertad del territorio peruano, es demasiado co1 ocido para que aun lejanamente pueda imaginarse la inconsi encia de su poder on 1 soberanía del Congreso y con la moral de los pueblos a quienes representa; pu– diendo asegurarse que sólo la delicadeza del General San Martín es capaz de tener e en un concep o q'ue le hace un nuevo honor, si es que le restan, que no es así ciertamente, nuevas pruebas de un heroico desprendimiento. Por lo demás V. E. sabe muy bien la situación crítica del Es– tado; cómo nue iros opresores no desi ten de u intento a subyu– garnos, y cuánto urge la necesidad de mover la fuerza en términos que afianza pa ·a iempre nue tra libertad. El nombre de . E. es su égida; y al oírlo palidece el enemigo, exaltándose justamente la esperanza de la provincias que todavía gimen bajo dura ervi– dumbre. V. E. ha ratificado muchas veces la promesa de er con el Perú en todos sus peligros, y ha aseverado solemnemente ayer, que la voz del poder soberano de la nación será siempre oída con res– peto por San Martín, como ciudadano del Perú, y obedecida y hecha obedecer por él mi mo como el primer oldado de la Libertad. Lle– gado es, pues, l ca o en que V. E. ati. faga estos voto como lo
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx