Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION 271 s r removidos, procurando subrogarlos con patriotas honrados del mismo país. En Lambayeque puede nombrarse a don Manuel Urquijo, pa– triota de ilustración, buena fe y honradez, siendo además lambayep cano bien opinado en su país; en Cajamarca haría grandes servi– cios y gobernaría la provincia, perfectamente el coronel don Antonio Rodríguez, que está en Truj illo ; y así en lo d más. El departamento de Truj illo sólo apetec ser mandado por hombres que tomen inte– rés n su felicidad, y V. E. sólo pued hacerle este bien, designando personas capaces de llenar tales votos. Yo me ir ía con el señor Mo quera hoy mismo; pero el e tar Merceditas ~e parto, de una hora a otra, como la falta dt licencia, me detiene. No obstante, si \ 1 •. E. se demoras·e allí algún tiempo, o se viniese aquí bien pronto, me iría, o porque haría todo esfuerzo por ·la licencia o porque V. E. me mandase desde aquí, si quisiese sobre todo decidiéndole las cir– cunstancias. La cosa pública va por acá muy mal: el señor Mosquera está perfectamente informado de todo. Yo sólo añado, que 1 Perú debe ocupar toda el alma de V. E.; pues que podría prescindir de la inde– pendencia de una sección de América, por la que t do el ontinente podría ser amenazado, sólo porque cuatro bichos charlan, y se figu– ran ser íibres por su propia virtud. El derecho público de América autoriza a V. E. a tomar las medidas conducentes a este importante objeto, y creo que seremos libres bajo su e pada. El Gobierno no puede ser más débil, ni peor conceptuado; de modo que los patriotas e tán aburrido viéndose juguete de la arbitra– riedad y cobardía de Berindoaga: n estos días ha figurado una proximidad tal de enemigos, que no hay hombre con hombre: todas las familias en consternación, y los godo O'lorio o de q ie sólo su nombre, salve la patria sonriendo. Los parte ·oficiales de la costa y de la sierra son tan diminuto , tan vagos, y tan aumentado por el mini terio, que ya no hay sufrimiento para tanta imbecilidad, y tanto desorden, sólo la presencia de V. E., siquiera por unos días, :l medidas justas y fuerte al través del pe igro que pintan o que nsoma, pueden ordenar estas cosas. Exceptuando algunos pícaros, ladrones y anarquistas, todos los corazone peruanos son de V. E.; que empiecen a entir su influjo, y la revolución tomará el car[ der de útil y segura; ha ta aquí, mi amado Libertador, ólo hemos visto títeres; llegue el día de ver a V. K Entretanto, consagrado mi corazón a V. E., no s 'lo como a Libertador del Perú, sino como a un general que arreb ta mi admi-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx