Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

276 AUGUSTO TAMAYO VA1RGAS - CESAR PACHECO VELEZ y sé que el exclusivo deseo de mandar, es por una y por otra parte el alma de la negociación; pero durísimo es que muchísimas cosas se malogren, que los recursos no se aprovechan en toda su exten– sión, que siquiera con vanas esperanzas se enajenan los godos, que se frustan las medidas militares, que no haya, en fin, cabeza, y que los patriotas estén a punto de apostar. Jamás, jamás he visto · tanto desaliento, como que se han echado de barriga los hombres más activos, y como q'ue quieren transigir con las cadenas. Hay, es verdad, peruanos que mejor querrán morir, abandonar sus fortu– nas y cuanto hay, que obedecer a Canterac y compañía; por mi parte, digo lo que Bruto a Cicerón cuando éste suponía haberle ha– llado delante de Augusto: mejor es no existir que vivir por él. Este evangelio predico y predicaré en público y en privado, por escrito y de palabras. Nada me arredra, mi generaJ, si supuesto nuestro vencimiento sobre los godos, VE. no ha de dejar nuestras costas hasta que inte– riormente quedemos organizados; pero si humillamos a ese canalla y nos queda por desollar la cola interior, eso sí que me abate; hablo por mi patria, que yo estoy seguro entre mis buenos amigos. El dictamen sobre la consulta del Congreso no ha hecho más que confirmar mi opinión; nunca pensé q'ue VE. lo abriese, ni mucho menos que abriéndolo prefiriese una contricción vergonzosa a la majestad de un pueblo que quiere ser LIBRE, una paz, una señal de reconciliación con los herederos de Pizarra, a un día de glori<1. nacional comprada con la sangre, con la muerte, vertida y lanzada en medio de los ecos de la libertad. Así he pensado desde que ese nombre divino llegó a mis oídos, desde que pude reflexionar lo que era mi patria. En testimonio de ello acompaño a VE. ese perjódico, cuya vida fué la de un solo mes, porque gastados de mi bolsillo casi 200 pesos, recogidos no cabales, 30, tuve que abandonar la empresa; uno solo de los suscriptores que allí aparecen, no dió un cuartillo. Lo escribí todo, en medio de las mayores ocupaciones, exceptuando lo que es poesía, y uno q'ue otro rasgo sobre la geografía peruana. Al señor Monteagudo también le dí su ración, por haberse empe– ñado en MONARQUIZARNOS; PERO YA PASO Y SOMOS AMI– GOS PERSONALMENTE. Berindoaga escribe de dos leguas antes de llegar a Jauja; sus parciales, esto es, los godos, esperan grandes cosas ; yo espero que sea tan bien recibido, como el caballero de la Mancha en Barcelona. Lo gracioso es que el señor Alzaga, a quien se creyó metido hasta los hígados en este negocio, ha dicho al Congreso que no sabe

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