Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
JOSE FAUSTJNó SANCHEZ CARRION 279 contaba con el oficial, ya se había ido; de modo que me he quedado sin escribir a VE., cuando más que nunca debía hac,erlo. Acabo de entregar copia del decreto que ayer sancionó el Con– greso, al señor Pérez, para que se lo remita a VE. Yo he visto al fin cumplidos mis votos, y ojalá que mucho antes, como lo deseaba, se hubiesen realizado. Nunca me he separado de la opinión que manifesté en Guayaquil, y consta de mis comunicaciones sobre el modo de ,existir VE. en el Perú, para salvarnos; si no tuvieron desde un principio estas su efecto, dependió de la misma moderación de VE. Mucho diría sobre esto, pero creo que dentro de muy pocos días, tendré el inexplicable gozo de presentarme a VE. si los godos no me cojen. El decreto confiere facultades más que las que pueden emanar de un poder discrecional, pues que todas deben medirse por la exi– gencia de la salvación del país; el congreso, el presidente, la Cons– titución, las leyes y decretos quedari en suspenso, como entre los romanos cuando grandes riesgos amenazaban a la patria; en una palabra, todo queda al juicio de VE.; el Perú se pone en su fuerte mano, lleno de confianza, y espera con seguridad su salud del Li– bertador, que vino de propósito a redimirlo. Por lo demás, nada falta a la gloria de VE.; las cosas e han puesto en el mayor peligro la ocupación misma de las fortalezas realzará más grande la obra de volver a la vida a un cadáver, contra CJ.Uien los de su misma familia parece que se han conjurado. Ya veo mi patria libre y no habrá un solo átomo que no emplee en su salud. Los patriotas ven satisfechos sus deseos, y aun los más indiferentes han conocido la necesidad de la medida. El Presidente mismo, lleno de patriotismo, está conforme, y creo que no habrá uno, si no es que sea muy malo, que no esté gus– toso. ¿Vendrá VE.? Yo no me atrevo a opinarlo; pero el pueblo recibiría un consuelo extraordinario con a presencia de VE., aun– que sea de pocos días: conozco que el país lo necesita, y la misma investidura lo requiere. Por mil motivos sabrá VE. que un godo Casariego manda las fortalezas, que ofició bajo su firma y lleno de orgullo al cabildo, manifestándole que el poder e pañol era muy grande, que evitase desgracias y se uniese la ciudad a sus sentimientos. Entró a Casa– matas, y trató de persuadir a los jefes y oficiales patriotas: éstos, llenos de un entusiasmo patriótico, lo increparon, botándolo de su presencia; y diciéndole q'ue les diera cuatro balazos, el godo tan infame como cruel, dijo que e les daría gusto.
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