Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

284 AUGUSTO TAMAYO VARGAS - CESAR PACHÉCO VELEZ algunos días, etc. Desde que VE. se separó de esta capital, cayó mi ánimo en tal abatimiento, que después de diez días de cama apenas puedo escribir una carta; y reflexionando acerca del reme– dio, creía que por mil motivos debía yo reunirme a VE.; de modo que al llamarme VE. no ha hecho otra cosa que llenar los votos de mi corazón: deseo estar en el ejército, trotar, pasar trabajos, y ver una victoria que va a dar una quietud eterna a este suelo des– graciado, digno de mejor suerte; y sobre todo, mi amado general, yo quiero estar con VE., pues siendo la primera vez en que yo me he decidido en la revolución por persona, y no por cosas, como antes io había hecho, faltaría a mi propósito y a la verdad, que no sé si otra vez se le hé dicho a VE., que "aun cuando fuese infeliz el resul– tado de los esfuerzos del Perú por su independencia, yo me glo– riaría, en la mayor desgracia, de haber perdido con VE." . Si VE. conoce la exaltación de mi ánimo por mis amigos, y si es cierto que mi alma se trasporta y arrebata al contemplar virtudes verda– deramente heroicas, VE. debe inferir que con dificultad tiene co– r-azón más consagrado a su persona que el de Carrión, ni homb1·e más entusiasta de u gloria que é te cuyos conato on q·ue cuanto haga el general Bolívar sea eminentemente perfecto. lVIe he difun– dido en esta idea, porque yo no puedo hablar con VE. prescindiendo de tales sentimientos. ¡Qué glorioso es para mí que VE. se halle en mi país y habi– tando la casa en que nací! Ya ese lugar es la imagen de la miseria; y ahora veinticinco años en que los minerales tenían plata y oro, se habría recibido a VK con alguna demostración; con todo, siendo sin di puta el pueblo más patriota de toda la serranía del departa– mento, y el mas amante a E., estoy contento, sieHdo únicamente sensible que lVlanterola lo mande, que por el tratami nio de US. ha chocado con todos, tratando a los hombr s como bc8Lia8, llevando consigo a su querida, porque los pueblos se desmoralicen, tratando mal a los generales y llenando de oprobio hasta a las mujeres. VE. ya debe saberlo todo: que el que va no es mala cuña, si es un tal Castro corredor en Zepita y compañero del general Santa Cruz en Piura. En fin, a nuestra visita, que sería muy breve, hablaré a VE. sobre mil cosas, y entre ellas sobre la necesidad de poner a la cabeza de las provincia hombres provectos, honrado y p triot s verdaderos, espumando la gentecita que aun haüe su figura, y por quien tanio ha perdido la causa. Siempre diré a VE. que debemo trabajar con doble objeto, salvar el país y entar las ba e par una regeneración sólida y dur dera, que ciertamente no consisie

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