Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión

AUGUSTO TAMAYO VA1RGAS - CESAR PACHECO VELEZ amigo mío, tambjén soy de la familia, y es muy regular, que al dis– utir e punto relativos a su conservación y felicidad, levante mi cabeza, y siquiera pregunte lo que sucede en casa. Por consiguiente, ya no extrañará V. que me proponga hacer algunas ligeras observaciones sobre la forma de gobierno más adap– table al estado peruano, según su extenci~n, población, co.stumbrns 11 grado que ocupa en la escala de la civil-ización, a pesar de que no poseo, ni los talentos, ni las luces necesarias, ni que las circunstan– cias de mi quebrantada salud me permiten traspasar loo límites· de una carta. Mas, sí tendre mucho cuidado en omitir todo lo que huela a erudición insípida e impertinente, respecto de que no se trata de ostentar lo que se ha leído, ni cubrir con apóstrofes y ex– clamaciones lo que se ha dejado de leer. Ventilamos una cuestión práctica, trascedental a generaciones enteras, y que si se resuelve con qtros datos, que no sean tomados de las mismas cosas, según naturalmente vengan, somo perdidos, sin que ningún poder huma– no pueda remediarlo. Así, pues, desde es te inc,'!tante : fuera pa ·ione viles de adulación o de interés; lejos de mí afecciones particulares, e peranzas y temores; y cuanto pueda empañar el esplendor de la verdad. No es esta una negociación de ente privad , ni se ha pro– puesto esclarecer la sucesión de un mayorazgo. Como seamos esta– blemente libres: como nuestra tierra llegue al último punto de en– grandecimiento : como acumule toda su riqueza, y se devuelva a in– flujo del gobierno el genio de la industria, y del comercio, y de la agricultura sobre su fertil suelo: como se afianze el procomunal perennemente : como la fatal discordia aparte de nosotros su for– midable tea, bajo una admini tración adecuada al mínimiin de nues· tros males, y al máximun de nuestros bienes; y como por fin guste– mos en dulce contentamiento los frutos de tan costosos sacrificios, a la sombra del árbol de la independencia; he allí el objeto de toda nuestras inquisiciones. Y todo lo que le sea incon )-ruente, que se separe, y vaya a entretener la afición de viles egoístas, de infame. mercenarios. ;,F~ Con tales prevenciones entro en materia, y lo primero que se presenta sobre el papel, es el gobie1·no moná1·quico, como una d las formas más antiguas, y que re e el voto de murhos escritorc ', aunque no <le tanta y tan grave autoridad, que n puedan ser atidos completamente, y más, cuando rollizos e innumerables olúmenc 0 de pergamino se han precipitado de la bibJiot cas, ue formaron los siglos 12, 1 ~ y hermanos, al aparecer el pacto social, p queño folleto a la verdad, pero tan prodigioso como la piedrezu la, que derribó la gigantesca estatua del rey de siria. ·Gracias al virtuo o

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