Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
352 AUGUSTO TAMAYO VARGAS - CESAR PACHECO VELEZ nos, que no han podido repararse de la jornada de Villalar; y 1a generación presente aún no aparta su admiración de la sangrienta escena de ]a Francia. Desangañémonos, nada escarmienta a los r eyes, ni nada será capaz de persuadirles, que son hombres como los demás. Cuantas veces se han alarmado interiormente los pueblos, ha sido por sostener un pleito, que los monarcas les han puesto para usurparles sus derechos, pleito que jamás transigirán de buena fé. Evitemos, pues, en tiempo tamaños males, no introduzcamos nosotros mismos, el funesto pues, y después de plácidos días, y li– sonjeras esperanzas, la noche menos pensada se gangrene todo el cuerpo. La materia es árdua desde luego; pues que determinar la forma de un gobierno, atendidas la extensión, del territorio, cos– tumbres, etc. demanda mucho; bien que si procedemos con franqueza y buena fé, avanzaremos fructuosamente. Acerquémonos, pues, to– rnemos el anteojo, y recorriendo lentamente sobre una eminencia el lejano horizonte del segmento de esfera que pisamos, examinemos. ¿Si los hijos del primer luminar del universo deben ser regidos por la voz de un hombre, que se titule sob erano, y si en su cetro pueden cifrarse el maximun de nuestros bienes, y la gloria y el honor y nombradía, que le esperan al Perú como estado verdaderamente libre? Se han hecho tan análogas, y conexas ciertas ideas con algunos objetos, q·ue cuando se piensa en estos, retozan al momento aquellas en la imaginación, sin dar lugar a otras, que, examinada la natu– raleza de las cosas, debieran tenerse más presentes. Tales son, las que expresan estas voces extensión, población, costumbres, civiliza– ción, luego que se habla de las leyes fundamentales de un país, o de la forma de su gobierno. Ellas solas entran, como circunstancias absolutamente imprescindibles, al aplicar el discurso a materia tan árdua e importante, cuando, si hemos de ser exactos, no merecen tanta preferencia. Se t rata del gobierno permanente del Perú; pues este debe atemperarse a su extensión, costumbres, etc. E ste es un dogma político; los más célebres publicistas se contraen a estos puntos o respectos, cuando escriben sobre legislación; luego nosotros tambi ' n , ya que nos ha llegado nuestra vez. Con tal preparación, descen– demos a la ar na, olvidándonos de lo principa1, pre cindiendo del dato más necesario, apar t ándonos del objeto, porque se constituye– ron las sociedades, y se establecieron los gobiernos; hablo de la Libertad, de ese coelement o de nuestra existencia racional, sin la cual, los pueblos son rebaños, y toda institución inútil. Con que, omitida esta circunstancia entre las que enumera la cuestión pro-
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