Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
JOSE rAUSTINO SANCHEZ CARRION 353 puesta, tenemos que suprirla, o a lo menos examinarla por este lado, para contraernos después a los otros términos ; que así, se habrá conseguido dar a las ideas su orden respectivo. Un autor, célebre por la extraor dinaria liberalidad de sus prin– cipios, y por la fuerza de su raciocinio, quiere q'ue el gobierno se aproxime, cuanto sea posible, a la sociedad. Quiere poco : yo qui– siera, que el gobierno del Perú fuese una misma cosa que la socie– dad peruana, así como un vaso esférico es lo mismo que un vaso con figura esférica. En efecto, distinguir el gobierno de la socie– dad, es distinguir una cosa de ella misma; porque la exigencia social no tiende sino al orden , y este orden a la consolidación o guarda de los derechos recíprocos; lo cual, no puede conseguirse sin algunas 1·eglas fundamentales; y estas son las que forman el gobierno. Luego establecer el régimen del Perú, es fijar la salvaguardia de nuestros derechos, es constituir la sociedad peruana. Y como sea ya enseñanza vulgar de derecho de gentes, que los hombres se unie· ron bajo este pacto, o se organizaron civilmente, por conservar unos derechos a espensas de otros; claro es, que toda forma constitutiva debe asegurar aquellos de tal manera, q'ue si queda expuesto alguno, en el hecho mismo es nula, sin que nadie pueda legitimarla; pues los hombres no tienen facultad para dispensar condiciones depen– dientes de la voluntad de Dios, comunicada al linaje humano por el uso de la recta razón, y que envuelven prerrogativas ingénitas, a su ser. De consiguiente, al determinar nuestra constitución, debemos atender: 1 <? a la conservación de los derechos imprescriptible&1 e irrenunciables cuales son libertad, seguridad y propiedad, en tér– minos, que nunca jamás puedan ser defraudado , y sí, disfrutados en toda la plenitud de su ejercicio conforme al e píritu de la con– vención civil. 2<> a la conveniencia de esta inomitible base con las medidas posteriores,. que demandan los respectos apuntados en la únunciación del problema. La forma de gobierno, que comprenda ambas partes, esa será la adaptable a nuestro estado; porque, tratándose de nuestra crea– ción política, sería una necedad 1 o procurar lo mejor. ¿Y será la monarquía este optimun deseado? H oc opiis, hic labor . Conocida es la blandura del car acter peruano, y su predispo– sición a recibir las formas que se le quiera dar, y mucho más, si se adoptan maneras agradables e insinuantes. De lo cual, como de la larga opresión, en q'ue hemos vivido, depende la falt a de energía y celo por la libertad, sin que neguemo por esto nue tra aptitud reac– tiva contra el despotismo. Pero, cuidándose de un plan permanente,
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