Los ideólogos: José Faustino Sánchez Carrión
JOSE FAUSTINO SANCHEZ CARRION 363 ejercer sus funciones? Aún cuando este funcionario tuviese la pro– bidad de la rutina ciega de informes secretos, no se seguiría otr resultado que fomentar la impostura y la mala f é de un tropel de delatores, de persona re entidas, o de ciudadanos arrastrados de ambición y de envidia, que armando astutamente lazos al ciudadano, cuyo mérito les incomodase, sorprenderían con facilidad el juicio de ese ministro de candor, y harían triunfar la injusticia, el fraude y el demérito. Una rutina tan peligrosa, y que presta al delicuentc tantos medios de progresar, no puede dejar de ser un manantial perenne de crímenes y desdichas. Por otra parte, este ministro, hinchado de prerrogati as, que juzgaba siempre adictas a su persona, y no a la magistradura, em– briagado de un poder cuyo ejercicio c.on el secreto no conoció lími– tes, que fiero de autoridad cuyo abuso en la parte más leve le hacía ser superior a las mismas leyes, pronto se arrogó la facultad de oprimir a sus conciudadanos. En lugar de hacer respetable la ma– gistradura por su justicia, sus luces y sus virtudes, luego se apro– vechó de ella para oprimir a sus compatriotas y para dar pábulo <:t todas sus pasiones. La justicia no era sino un vano fantasma para arredrar impunes sus atentados. Mientras se conservó un método tan infame, tan ilegal y que prestó tanta facilidad para cometer injusticias, no se consultó otra cosa que su propia voluntad. Cuando el magistrado ejerce las funciones en la ob curidad, y valiéndose de fórmulas mist eriosas, aun cuando fuese justo, no puede menos de hacerse odioso a sus conciudadanos. No puede jamás ser justamente apreciado a menos que ejerza magestuosa y pública– mente sus augustas funciones, pues lo contrario supondría que l hombre sensato puede apreciar una condu ta que desconoce. El magi t ado sólo podra ser estimado de sus conciudadano cuando éstos palpen y vean que fiel a sus deberes se conforma con lo que prescriben las leyes, y ofrece todos los medios po ibles de hacer triunfar la verdad y la ju ti ia, y que proscriben los obstáculos que se oponen a la administración de ésta: y el descubrimiento de aqué– lla. Si aún con la publicidad vemos continuamente que se pretende con el mayor tezón hallar criminales en donde sólo hay crímene figurados, ¿qué sucederá cuando e tas víctimas inocentes puedan ser sacrificadas en las tinieblas sin que sus quejas sean atendida. y sin que el magistrado sea contenido por otra fórmula, ley o cen– sura que un informe secreto? Horroriza que semejante abuso es– tuviese en el mayor vigor entre individuos de un Estado que se dice libre.
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